lunes, 15 de febrero de 2021

El momento Eichmann

El momento Eichmann

Por S. Lineperg y A. Wieviorka
El Ateneo. 364 páginas, edición 2021.


En el El testigo, escribió Borges: 

"Hechos que pueblan el espacio y que tocan a su fin cuando alguien se muere pueden maravillarnos, pero una cosa o un número infinito de cosas, muere en cada agonía, salvo que exista una memoria del universo (...) ¿Qué morirá conmigo cuando yo muera? ¿Qué forma patética o deleznable perderá el mundo".



A comienzos de la década del sesenta, los estadistas de Israel decidieron que la memoria atormentada de decenas de sobrevivientes de las atrocidades nazis no debía morir con ellos. Los testigos vivos fueron el ariete principal de la acusación contra el genocida de escritorio por excelencia: Adolf Eichmann, -maldito sea su nombre- capturado en la Argentina, país que amaba tanto como Alemania y Austria, según confesó a viva voz en el momento de escuchar la confirmación de su sentencia a muerte.

La cita borgeana y la reflexión subsiguiente provienen de un texto de la profesora Shoshana Feldman, incluido en El Momento Eichmann, que el sello El Ateneo acaba de publicar en la Argentina. El libro atesora intervenciones de un coloquio celebrado en Francia, con motivo del quincuagésimo aniversario del proceso al homicida nazi.

Las historiadoras Sylvie Lindeperg y Annete Wieviorka destacan que las trece contribuciones que han compilado en el volumen se enfocan en un aspecto casi no estudiado sobre el juicio a Eichmann: su impacto mediático, desde los corresponsales extranjeros, la radio y la televisión, hasta el famoso libro de Hannah Arendt y las joyas del cine y el documentalismo. Extrañamente, el desarrollo del juicio despertó más interés y pasiones en el público y los medios que su resultado.

En el primer capítulo, la catedrática Isabelle Delpla establece que "el enjuiciamiento al ingeniero de la muerte marcó el apogeo de la crónica judicial en tanto género literario y filosófico". Ningún acontecimiento, en efecto, atrajo nunca más la misma concentración de grandes plumas. Queda claro en las citas que reproduce el texto de Delpla. Poderosas mentes del periodismo tratando de descifrar el ser en sí del Obersturmbannfüher (teniente coronel de las SS, su máximo cargo).

"Ni un Nerón, ni un Nabucodonosor, ni un superhombre: Eichmann se revela como un monigote colosal. Este nuevo tipo de asesino se caracteriza por su mediocridad, su normalidad y sus virtudes sociales. Hombres muy comunes, burgueses normales, metódicos, con todas las virtudes comúnmente elogiadas en nuestra sociedad: devoción al trabajo, regularidad, puntualidad, obediencia"", escribían hace sesenta años los diarios franceses. ¡Ah!, el periodismo como magnífico borrador de la historia.

Otro texto muy revelador es "El proceso de Jerusalén y la representación de la Shoá en la URSS" de la estudiosa Vanessa Voisin. Confirma la bajeza moral del comunismo realmente existente; para Moscú el salón de justicia en Jerusalén y el global media event fueron "un problema de propaganda desde el primer momento". Sólo los países tras la Cortina de Hierro se negaron a colaborar con Israel.

Así el Pravda denunciaba el proceso como una farsa burguesa y un trapicheo político. Era "el árbol que no permitía ver el bosque" (!!!), es decir, el rearme alemán. Llegaron a comparar a las bestias nazis con los nacionalistas ucranianos de entonces. Es decir, -como ocurre en algunos populismos latinoamericanos, caso el cristinismo- el Kremlin subordinó la verdad histórica y la ética a las necesidades políticas del momento.

El lector encontrará en este valioso volumen un análisis de las grabaciones de las audiencias del talentoso Leo Hurwirtz, y de la repercusión de las mismas en la televisión de Alemania Occidental y en la de Estados Unidos; y hasta una aproximación crítica al famoso libro de Hannah Arendt, entre otros aportes significativos.

Cerramos con una frase del documentalista Erwin Leiser, de gran vigencia en esta era de pandemia e infectaduras, como la de China o la de Formosa:

 "Siempre hay que defender los derechos humanos contra el totalitarismo".


Otra conclusión que puede extraerse del libro es que, en la era de la democracia de masas, todas las aberraciones se perpetran en nombre del pueblo.

Guillermo Belcore

Calificación: Bueno 

jueves, 4 de febrero de 2021

Una maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo


Martin Heidegger
(1889-1976) es considerado por muchos como el filósofo más influyente del siglo XX. También se ha dicho que nunca nadie entendió del todo su filosofía del ser-ahí. El hijo del tonelero y sacristán de Messkirch “quiso ser un maestro del principio“ (soñó repetir el comienzo griego de la filosofía); con su monstruosa pesadez, su sutil arquitectura, sus ingeniosos aforismos y su elevada creación terminológica, "cultivó la pasión de preguntar no de responder", explica Rüdiger Safranski (1945, Rottweil, Wüttemberg) autor de la biografía que hoy venimos a recomendar.

La persona medianamente informada ha escuchado, al menos, que Heidegger fue un palafrenero del régimen nazi. Su vida plantea, en efecto, un problema capital de todos los tiempos, el problema de que el espíritu -incluso el más eminente- puede ser seducido por la Voluntad de Poder, incluso la más inescrupulosa. Lo vemos hoy en la Argentina.

¿Dijimos Argentina? José Pablo Feinmann, en una de sus peores novelas (pinche aquí), sentenció que Heidegger era peronista. El de la década del treinta, seguramente, el que veía al “pueblo como depositario de lo verdadero” y estaba sediento de experiencias de masas, por lo que confundió el advenimiento de Hitler con una revolución metafísica (cuatro años duró el equívoco).

Ese rebajamiento del pensador alemán contrasta con la calidad intelectual que encontramos en Un maestro de Alemania. Martín Heidegger y su tiempo (Tusquets, 543 páginas, edición argentina 2010), la mejor biografía que se ha escrito sobre el autor de Ser y tiempo, al decir del estudioso Luis Diego Fernández. Este blog confirma que se trata de una obra extraordinaria, colosal, indispensable para todo aquel al que le interese la Alta Filosofía.

Uno sólo podría cuestionar cierto desequilibrio en el volumen. El texto es minucioso hasta la Segunda Guerra Mundial y a partir de allí, avanza con botas de siete leguas. Es un vicio bastante común en los biógrafos, es como si fueran perdiendo fuelle.

Pero se trata de un detalle menor. Otra virtud destacable del libro es que despierta el apetito. Al confrontar el pensamiento de Heidegger con sus contemporáneos (y con sus predecesores como Nietzsche), el opus magnus de Safranski rescata escritos valiosos que uno se siente obligado a conseguir. Es el caso de Historia del materialismo del neokantiano F.M. Lange. Y de Religiones sustitutivas de un tal Carl Bry que analiza la monomanía política -tan habitual hoy en día- que se convierte en un “culto enmascarado“ que pasa a ser “el único principio de la interpretación del sentido y de la salvación“. Fascinante, ¿no?

Heidegger fue amado, física y espiritualmente por Hanna Arendt; fue despreciado por los gerifaltes nazis que lo consideraban un hombrecillo estrafalario, un místico y un infiltrado jesuita; y fue fuente de inspiración para casi toda la filosofía existencialista de posguerra desde una premisa fúlgida: “El todo es lo falso“. Escribió: “En una vida humana son necesarios varios nacimientos y puede suceder que nunca lleguemos enteramente al mundo”. El ente no es el ser. Pensad para que el ser sea (la escuela de Heidegger está seca -se lamenta Safranski- y no nos ha dejado una imagen del mundo o una doctrina moral).

Los buenos libros, tengo para mí, son los parteros que nos traen al mundo. Como éste, que nos permite entender a un pensador esencial “tanto en lo bueno como en lo malo y más allá del bien y del mal”. El placer de comprender al erudito suabo que quiso enseñarnos a mirar el mundo -no sólo la filosofía- como si se tratara de la primera vez.

 

Guillermo Belcore

Calificación: Excelente


PD: El lector encontrará también una cautivante Teoría del Arte que Heidegger meditó siguiendo los pasos de Hölderlin. Es un tema magnífico para una próxima entrada en este blog.