Hay libros que se devoran como un plato suculento, casi sin respirar. Hay otros que deben paladearse como el buen vino. Estos, más difíciles, exigen saborear párrafo por párrafo... ¡qué digo!, línea por línea para entender las ideas del autor y disfrutar los inagotables recursos de la poética que pone en juego.
A esta última categoría -la de los obras exigentes y ambiciosas- pertenece una novela que Eduardo Mallea (1903-1982) entregó a la imprenta cuando las hordas hitlerianas irrumpían en la Unión Soviética. Todo verdor perecerá (Espasa-Calpe Argentina, 175 líneas, edición 1945) es un texto muy denso en el buen y en el mal sentido del término.
Fue compuesta para lectores que cultivan la paciencia, que gozan de la exuberancia verbal y de los conceptos alambicados, que leen con un lápiz en la mano, que no les desagrada volver atrás constantemente para releer y que soportan con entereza los pasajes tediosos. Sólo si usted fue hecho con esa madera noble llegará sin prisas al final (decepcionante) de la novela.
Quiero decir, no es un libro para todos. A un tal Jorge Luis Borges no le agradó. Parafraseaba el título. "Todo lector perecerá'', bromeaba. Stefan Zweig, en cambio, cubrió al texto de elogios, pero esto debe tomarse con pinzas. Mallea dirigió el Suplemento Literario de La Nación entre 1931 y 1955 y había contratado como colaborador al pobre y errante Zweig.
EL TORMENTO DE JOB
Narra Mallea el calvario de Agata Reba, con un empaque literario similar al de un Emile Zola o un Thomas Hardy. Se la ha definido como "novela naturalista'', "novela psicológica'', "novela metafísica'' y "novela sombría''. Es decir, he aquí un estilo decimonónico tardío, embebido en filosofía existencialista (Kierkegaard sobre todo) y en ese pesimismo abrumador que tan bien esgrimía Juan Carlos Onetti. Aquí no encontrará el lector desahogos sentimentales. Son todas pálidas, diría un chico, hasta la última página.
Agata es hija de un mediocre médico de provincias, nacido en Suiza y afincado en el rústico puerto de Ingeniero White, a un tiro de piedra de Bahía Blanca, ciudad natal de Mallea. La vida condenó a la chica a la soledad. No conoció amor de madre. "Creció sin creencia, dura, hermética, huraña como un cachorro en despoblado''. Luego fue mal querida por su marido Nicanor Cruz, El amargao para más señas, y después (en la II parte) será abadonada por el abogado Sotero, su amante, el Hombre Instante , un sinvergüenza que cultiva la `teoría de la vida urgente'. Todos los días de la mujer parecen "como un único día largo de frío''.
La trama nos lleva, como dijimos, al sudoeste de la provincia de Buenos Aires. Los escenarios son White más una floreciente Bahía Blanca, más la sierra arenosa de los alrededores donde Nicanor y Agata se establecen, arruinados en todo sentido. La naturaleza aquí es una fuerza hostil. Sequías implacables estragan cosechas, esperanzas de prosperidad y matrimonios. Estamos en la primera mitad del siglo XX. Los personajes sufren maldiciones bíblicas. Padecen como Job.
Los personajes, bien tallados, exhalan fracaso. Casi todos. Mallea trae recuerdos sureños (el del infame malón por ejemplo) y algunas hermosas metáforas coloridas. Define a la Ema de Volpe, mujer de la vida, como una "rosarina condenada a la locuacidad como la raya de puerto al anzuelo fortuito''. Dice que algo es siniestro "como usurero en años de ruina''. O "irrisorio y sarcástico como la confitura que le traen al moribundo''.
Pero el procedimiento más significativo del libro es el uso que hace de su heroína trágica para la meditación filosófica. Transcribimos algunos pensamientos:
* "Siendo la felicidad el estado más alto de la plenitud es también el que más se parece al balbuceo''.
* "Si estamos hechos de multitud, ¿por qué somos tan poco soluciones?''.
* "Somos animales frágiles, nuestra más terrible ilusión es creernos angeles andantes. De pronto estalla una arteria y somos una piltrafa''.
* "Al fin, acabámos pareciéndonos a lo que odiamos''.
* "La soledad sirve sólo si no hemos sentido lo que hay de mejor''.
* "Las palabras no están hechas para entendernos, están hechas para que nos comentemos''.
* "¿Será posible que todo sea en este mundo discordia, mal prevenimiento, cansancio del amor?... Feroces caídas, fuegos y las mil formas reptantes del resentimiento... Que el corazón humano no se aclimate en la unión nunca, nunca, nunca...''
Guillermo Belcore
Calificación: Regular