Por Roderick Gordon y Brian Williams
Urano. Novela de ciencia ficción de 445 páginas. Precio aproximado: 50 pesos
El editor que descubrió a Joanne K. Rowling ha decidido que esta novela de aventuras sea un éxito comercial comparable a la saga de Harry Potter. Sus autores no eran escritores profesionales y pagaron de su propio peculio en la remota Norfolk el lanzamiento de la primera versión de 500 ejemplares. Barry Cunningham los descubrió entonces y puso a su disposición los poderosos mecanismos de la industria editorial. Santo remedio. Es como si el buen Dumbledore los hubiese tocado con su varita mágica. Ya comercializaron cien mil copias en Inglaterra y los derechos de traducción se vendieron en 35 países, entre ellos la Argentina.
La fantasía es seductora pues cultiva uno de los mitos m s antiguos. ¿Quién no ha disfrutado de Viaje al centro de la Tierra? Roderick Gordon y Brian Williams explotan ese filón. Imaginan que bajo el asfalto, a kilómetros de distancia, existe desde hace siglos una compleja civilización en perpetua relación de amor y odio con los Seres de la Superficie. Sus agentes están camuflados entre nosotros. No toleran el sol. El albino con quien usted tropieza en la calle es quizás uno de ellos.
El protagonista es Will Burrows, un escolar aficionado a la arqueología como su padre. Dedica el tiempo libre a buscar reliquias enterradas. Acompañado del grandote Chester Rawls, el chico encuentra la llave al mundo subterráneo. Irrumpen en una oscura colonia con aires de la época georgiana, repleta de cosas asquerosas y oprimida por los siniestros styx.
Resulta difícil para un adulto amante de la buena literatura justipreciar estas obras pensadas para adolescentes. El estilo es plano. Los autores practican lo que Voltaire consideraba el secreto de ser aburrido: lo dicen todo. Pero algún algo han de tener. Los pibes tienen la palabra.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural de La Prensa
Urano. Novela de ciencia ficción de 445 páginas. Precio aproximado: 50 pesos
El editor que descubrió a Joanne K. Rowling ha decidido que esta novela de aventuras sea un éxito comercial comparable a la saga de Harry Potter. Sus autores no eran escritores profesionales y pagaron de su propio peculio en la remota Norfolk el lanzamiento de la primera versión de 500 ejemplares. Barry Cunningham los descubrió entonces y puso a su disposición los poderosos mecanismos de la industria editorial. Santo remedio. Es como si el buen Dumbledore los hubiese tocado con su varita mágica. Ya comercializaron cien mil copias en Inglaterra y los derechos de traducción se vendieron en 35 países, entre ellos la Argentina.
La fantasía es seductora pues cultiva uno de los mitos m s antiguos. ¿Quién no ha disfrutado de Viaje al centro de la Tierra? Roderick Gordon y Brian Williams explotan ese filón. Imaginan que bajo el asfalto, a kilómetros de distancia, existe desde hace siglos una compleja civilización en perpetua relación de amor y odio con los Seres de la Superficie. Sus agentes están camuflados entre nosotros. No toleran el sol. El albino con quien usted tropieza en la calle es quizás uno de ellos.
El protagonista es Will Burrows, un escolar aficionado a la arqueología como su padre. Dedica el tiempo libre a buscar reliquias enterradas. Acompañado del grandote Chester Rawls, el chico encuentra la llave al mundo subterráneo. Irrumpen en una oscura colonia con aires de la época georgiana, repleta de cosas asquerosas y oprimida por los siniestros styx.
Resulta difícil para un adulto amante de la buena literatura justipreciar estas obras pensadas para adolescentes. El estilo es plano. Los autores practican lo que Voltaire consideraba el secreto de ser aburrido: lo dicen todo. Pero algún algo han de tener. Los pibes tienen la palabra.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural de La Prensa
Postdata: Prohibido para mayores de 16 años. A mi hijo Ramiro (nació en 1992) le encantó.
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