Por John Irving
Editorial Tusquets. Novela de 1119 páginas. Publicada en 2006. Precio aproximado: 100 pesos.
John Irving (Exeter 1942) ha superado las mil páginas. Como Mailer, Pynchon o Wolfe escribió una novela bien documentada y desbordante de sucesos que desafía al lector más competente. Su undécima ficción es la más personal, linda con la autobiografía, desentraña claves y enriquece los trabajos anteriores. Hay un padre ausente, un niño sometido a abuso sexual por una adulta, problemas mentales, un protagonista raro con la mayor naturalidad, Hollywood tras las bambalinas, prostitutas que ofrecen consuelo, la lucha como instrumento de defensa. Es decir, el arte emula a la vida.
La trama relata, a lo Dickens, las peripecias de Jack Burns. A los cuatro años, su madre, de profesión tatuadora, lo arrastra por media Europa. Siguen los pasos de su progenitor, un organista conocido como El hombre partitura. Desengañados, retornan a Canadá y el pequeño es internado en un colegio de señoritas. Su educación, en el sentido más memorable y duradero, queda en manos de Emma, una chica mayor, amiga para siempre. Jack se convierte en actor, triunfa en Los Angeles con un toque depravado, gana un Oscar. A los treinta y pico, incapaz de una vida privada, busca otra vez al padre.
El argumento -típico de Irving- roza lo inverosímil, la farsa y el melodrama. Desfilan centenares de personajes que se las traen. Todo el mundo tiene una historia, es la premisa.
El estilo decimonónico ha merecido reparos de la crítica que pidió a gritos el cedazo de un buen editor. Se tachó a la novela de incontinente y patológicamente fálica. Es injusto. Puede que abrume, pero Irving hilvanó otra espléndida manifestación de pura narratividad literaria. Debía ser un libro largo y explícito; también es una suerte de terapia para expulsar demonios.
Guillermo Belcore
CALIFICACIÓN: Muy Bueno
Editorial Tusquets. Novela de 1119 páginas. Publicada en 2006. Precio aproximado: 100 pesos.
John Irving (Exeter 1942) ha superado las mil páginas. Como Mailer, Pynchon o Wolfe escribió una novela bien documentada y desbordante de sucesos que desafía al lector más competente. Su undécima ficción es la más personal, linda con la autobiografía, desentraña claves y enriquece los trabajos anteriores. Hay un padre ausente, un niño sometido a abuso sexual por una adulta, problemas mentales, un protagonista raro con la mayor naturalidad, Hollywood tras las bambalinas, prostitutas que ofrecen consuelo, la lucha como instrumento de defensa. Es decir, el arte emula a la vida.
La trama relata, a lo Dickens, las peripecias de Jack Burns. A los cuatro años, su madre, de profesión tatuadora, lo arrastra por media Europa. Siguen los pasos de su progenitor, un organista conocido como El hombre partitura. Desengañados, retornan a Canadá y el pequeño es internado en un colegio de señoritas. Su educación, en el sentido más memorable y duradero, queda en manos de Emma, una chica mayor, amiga para siempre. Jack se convierte en actor, triunfa en Los Angeles con un toque depravado, gana un Oscar. A los treinta y pico, incapaz de una vida privada, busca otra vez al padre.
El argumento -típico de Irving- roza lo inverosímil, la farsa y el melodrama. Desfilan centenares de personajes que se las traen. Todo el mundo tiene una historia, es la premisa.
El estilo decimonónico ha merecido reparos de la crítica que pidió a gritos el cedazo de un buen editor. Se tachó a la novela de incontinente y patológicamente fálica. Es injusto. Puede que abrume, pero Irving hilvanó otra espléndida manifestación de pura narratividad literaria. Debía ser un libro largo y explícito; también es una suerte de terapia para expulsar demonios.
Guillermo Belcore
CALIFICACIÓN: Muy Bueno
PD: Sí, son más de mil páginas y es un libro caro. Pero vale la pena. Las dos personas a quienes se lo recomendé (dos damas) no se han quejado.
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