lunes, 23 de junio de 2008

Tsugumi

Banana Yoshimoto­
Tusquets. Novela de 186 páginas. Edición 2008. Precio aproximado: 40 pesos­

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La prosperidad con libertad (política y en las costumbres) ha provocado por todos lados una paradoja. Las nuevas generaciones no son más sabias ni más fraternales que las anteriores, a las cuales les había tocado soportar guerras, revoluciones, miseria, entre otras desdichas. Ahora, los jóvenes suelen hacerse un drama por tonterías y se angustian por experimentar “una vida auténtica”. Aburrirse es fracasar. El árido espíritu de la época inspira y justifica novelitas light como ésta.­

Banana Yoshimoto (Tokio, 1964) ha vendido millones de libros y goza de la fama de una estrella del pop. Es hija de un influyente filósofo de izquierda y hermana de una reputada caricaturista. Se discute con pasión si sus escritos son ficción de calidad o literatura de supermercado. Por momentos, me ha parecido una copia degradada de Haruki Murakami. Lo cierto es que desde publicó Kitchen hace casi veinte años una verdadera bananamanía agita el planeta. Es una narradora excelente, de eso no cabe duda.­

Tsugumi data de 1989. También se convirtió en best seller y Jun Ichikawa la adaptó al cine. Encierra la historia de dos jóvenes que descubren el amor. María Shirakawa, la narradora, mira con intensa y delicada nostalgia su pasado en un pueblito pesquero. Añora a su prima Tsugumi, mala, deslenguada, consentida y retorcida. La viva imagen del diablo, pero con una buena razón: una salud frágil la mantenía al borde de la muerte. Un verano conocen en el balneario a un chico adorable de quien Tsugumi se enamora. ­La novela integra fulgor poético, personajes muy vivos, tintes orientales, romance, prosa intimista, bellas descripciones, sensiblería. El caló madrileño de la traducción la estropea un poco. Y el tema en general no pasa de una tediosa tempestad en un tubo de ensayo. El ochenta por ciento del texto es intrascendencia pura. Como escribió el gran Paul Groussac, es uno de esos caldos de pollo que aunque no hacen bien, tampoco hacen mal si uno no abusa de ellos.­
Guillermo Belcore­
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.­

­Calificación: Regular

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