Novela. Editorial Tusquets. Edición 2007.
La espléndida sombra de Inmanuel Kant transita por las páginas de este libro. Peter Levy, el protagonista, es un muchacho tímido que se ha propuesto actuar como si su máxima fuera una ley universal. Admira a Don Quijote y lleva en la billetera escrita una premisa: nunca tratarás al prójimo como instrumento. Pero en el fondo prefiere los pájaros y el arte a la mayoría de las personas.
Su padre es un historiador judío que escapó de Mussolini. Su madre, una concertista famosa, vástago de una familia patricia de Estados Unidos. Después de un frustrado retorno a la América tradicional, el edípico Peter viaja a Francia a completar sus estudios de filosofía y se tropieza con la brutalidad del mundo.
Tan atractiva historia fue publicada por primera vez en 1965 por una de las mejores narradoras de Estados Unidos, algo olvidada en el tiempo, aunque con una pequeña feligresía entusiasta, como el editor del suplemento cultural de La Prensa. Bienvenida, pues, la reimpresión.
Mary McCarthy (Seattle, 1912-1989) escribe con una prosa clara y sedosa. Sus páginas son elegantes y rebosan de cultura, humor inteligente y nostalgia delicada. Estuvo casada con el gran crítico norteamericano Edmund Wilson,
quien la animó a probar suerte en la ficción.
Pájaros de América conforma un retrato muy vívido de los intelectuales de clase media acomodada de la Unión. Vietnam, la lucha civil de los afroamericanos, el turismo de masas, la pérdida de valores tradicionales, los clochards (esos mendigos de tradición parisina) interpelan su mala conciencia.
Puede que las anécdotas de Peter parezcan a simple vista triviales, algo así como una tormenta en un vaso de agua. Pero McCarthy demuestra acá que se trata de una magnífica prosista de ideas y caracteres. La novela nunca
deja de ser seductora.
Guillermo Belcore
Su padre es un historiador judío que escapó de Mussolini. Su madre, una concertista famosa, vástago de una familia patricia de Estados Unidos. Después de un frustrado retorno a la América tradicional, el edípico Peter viaja a Francia a completar sus estudios de filosofía y se tropieza con la brutalidad del mundo.
Tan atractiva historia fue publicada por primera vez en 1965 por una de las mejores narradoras de Estados Unidos, algo olvidada en el tiempo, aunque con una pequeña feligresía entusiasta, como el editor del suplemento cultural de La Prensa. Bienvenida, pues, la reimpresión.
Mary McCarthy (Seattle, 1912-1989) escribe con una prosa clara y sedosa. Sus páginas son elegantes y rebosan de cultura, humor inteligente y nostalgia delicada. Estuvo casada con el gran crítico norteamericano Edmund Wilson,
quien la animó a probar suerte en la ficción.
Pájaros de América conforma un retrato muy vívido de los intelectuales de clase media acomodada de la Unión. Vietnam, la lucha civil de los afroamericanos, el turismo de masas, la pérdida de valores tradicionales, los clochards (esos mendigos de tradición parisina) interpelan su mala conciencia.
Puede que las anécdotas de Peter parezcan a simple vista triviales, algo así como una tormenta en un vaso de agua. Pero McCarthy demuestra acá que se trata de una magnífica prosista de ideas y caracteres. La novela nunca
deja de ser seductora.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
CALIFICACION: Bueno
He vuelto a leer Pájaros de América cuando faltan pocos días para mi primera visita a París.
ResponderEliminarSiempre me gusta y hace pensar sobre temas tales como la ética, la democracia, el antiamericanismo etc. Esta vez me he fijado más en el mundo tal y como era en París en los años 60, un contraste interesante.
He vuelto a leer este libro faltando pocos días para mi primera visita a París. Siempre me suscita reflexiones sobre temas éticos, sobre el elitismo, el antiamericanismo et. Esta vez me ha llamado la atención la comunidad de expatriados americanos en París como la familia del coronel de la base americana con la que Peter pasa el día de acción de gracias y la rica y liberal pareja que invita a sus compatriotas a cantar villancicos en Navidad. Me ha recordado la película "La hija de un soldado nunca llora", viven en París, pero igual podrían vivir en cualquier otra parte porque están encerrados en su mundo particular y no sé molestan en conocer una cultura diferente.
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