viernes, 3 de octubre de 2008

Margarita Dolcevita

Stefano Benni­
Norma. Novela, 257 páginas. Edición 2008. Precio aproximado: 50 pesos.
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Stefano Benni (Bolonia, 1947) es un autor de culto en Italia, a tal punto que sus admiradores han creado una enciclopedia web (www.bennilogia.org) dedicada a desmenuzar su obra. Hombre de letras, en el sentido amplio del término, encarna la dudosa figura pública del intelectual comprometido. Según sus propias palabras, clasifica a los seres humanos en dos categorías: cortesanos y rebeldes. La sátira, la parodia y la prosa humorística son sus procedimientos favoritos.­

Se ha comparado a Margarita Dolcevita con Los Simpsons. En efecto, relata las peripecias de una familia de los suburbios, allí donde se besan la ciudad y el campo. El padre, jubilado, se dedica a reparar antiguallas. Mamá Ema parece una bolsita de te usada y es adicta a las telenovelas. Engendraron tres hijos: Jacinto, Margarita y Heráclito. El primero es un cretino que come como una mezcladora de cemento y milita como barrabrava. El menor tiene doce años y es un pequeño genio, algo latoso. La del medio, narra la historia y sirve de instrumento para que Benni pontifique. Hay un abuelo en la casa que, como teme morir envenenado, ingiere pequeñas dosis de porquerías para inmunizarse.­

Margarita es rubia, gordita, inteligente y mantiene tratos con la naturaleza y la magia. Es amiga de esos seres fantásticos que moran en la tradición popular y en los bosques. Rompe el equilibrio de la familia y la barriada el arribo de unos vecinos tóxicos. Los DelBien se ingenian para conquistar la mente y los corazones de los Dolcevita. Los reclutan para tareas infames, como expulsar a los gitanos o al último de los campesinos; los asocian a tráficos mafiosos. La chica se rebela, coaligada con el único anormal de los DelBien.­

Benni exhibe un gran talento para el comentario mordaz. Urde pasajes desopilantes y plantea las preguntas malditas que asedian a la hipermodernidad. Su pecado es el maniqueísmo, con tintes religiosos. Enfrenta el materialismo depredador, de cuño estadounidense, con cierta espiritualidad naturalista. El libro no es sino una disparatada denuncia de la destrucción de la infancia del mundo. "Me gusta jugar con los estereotipos, para que los estereotipos no jueguen conmigo", ha explicado el autor.­

Guillermo Belcore­

Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.­

­Calificación: Regular­

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