miércoles, 3 de diciembre de 2008

Creer que se cree

Gianni Vattimo
Paidos. Ensayo de filosofía. 127 páginas. Edición 2008. Precio aproximado: 40 pesos. ­
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La reimpresión de este libro publicado en 1996 resulta oportuna y no sólo porque el autor visitó en estos días la Argentina. No es un tratado filosófico, sino un escrito personal y comprometido sobre Dios y los fines últimos. Recorre la reconciliación de un estudioso posmoderno con su herencia católica. Gianni Vattimo (Turín, 1936) cree haber hallado el “núcleo más auténtico de la fe cristiana” y, en consecuencia, el hilo dorado de la historia occidental. El razonamiento se nutre de Nietzsche, de Heidegger y de una de las más bellas máximas evangélicas: “no os llamo ya siervos, sino amigos” (Juan 15,15). Propone una caridad purificada de dogmas.
Vattimo, el gran teórico del pensamiento débil, entiende que la esencia misma del cristianismo es la secularización, a la que define como “la disolución de lo sagrado metafísico-natural”. Dios ya no es esa presencia arbitraria, omnipotente y absoluta, sino que ha decidido instaurar una relación de amistad con el hombre (kenosis). Ese es el verdadero sentido de la encarnación de Jesús. El autoritarismo eclesiástico pretende, empero, fijar el significado de la revelación de una vez por todas en forma de mitos que exigen el sacrificio de la razón. Antes bien, los pastores y los creyentes deben demostrar una disponibilidad total a leer los signos de los tiempos sin más reserva que el mandato del amor. La doctrina buena no siempre es la más antigua. Vattimo concluye que la pedagogía divina es un proceso infinito en el cual puede darse la paradoja de que un Voltaire sea más eficaz para la cristianización (auténtica) de la humanidad que un obispo.
Provocador, convincente en largos pasajes, intenso, he aquí uno de esos textos que conviene leer para poner a prueba nuestras propias creencias.­
Guillermo Belcore­
Publicado en el suplemento de Cultura del diario La Prensa el 9 de noviembre de 2008.­
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CALIFICACION: Bueno­


­PD: Se trata esta reseña de una relectura. Había abrevado en la obra hace unos diez años y la sentí entonces (y ahora) próxima a mis propias creencias. Me permitió conciliar la herencia cristiana con mi racionalidad burguesa. El concepto de un Dios amigo, que camina junto a mí, es maravilloso.­

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