Moscardón imaginario XIV
No me siento capacitado para dar una opinión sobre el arte de la poesía. Tengo que hacer un decidido esfuerzo para tocar una obra de teatro. Comparto el mismo prejuicio que Nabokov expuso en Lolita: "el teatro es una forma primitiva y pútrita -históricamente hablando- que deriva de los ritos de la edad de piedra y del desatino común, a pesar de esos aportes individuales de genios tales como la poesía isabelina que el lector de biblioteca entresaca del montón".
Más de treinta años de amoroso comercio con los libros me han enseñado que uno puede ser feliz limitándose a leer novelas que marcan época, buenos cuentos, literatura de género (policial y ciencia ficción) y esos ensayos magníficos que nos permiten cumplir la máxima de Schopenhauer: desea lo menos posible y aprende todo lo que puedas.
También he descubierto que los peores escritores son los casi buenos; es decir la inmensa mayoría. Estoy convencido de que perder el tiempo con un libro mediocre es cometer un pecado para el que no existe perdón.
G.B.
Es una opinión fundada, pero un poco extremista. En mi propia experiencia, por el contrario (única y no transferible), hay tiempo para la poesía, para el teatro, incluso para una novela mediocre, cuyos detalles se semiolvidan al poco, pero que proporciona un simple entretenimiento. Cada día es diferente, cada día apetece leer algo diferente.
ResponderEliminarUn saludo.
Querido Mannelig:
ResponderEliminarTienes razón. Es un comentario con trazos gruesos, algo exagerado en relación al teatro (advertí que se trataba de un prejuicio) y a la mediocridad literaria en general. Coincido asimismo en que, de tanto en tanto, podemos permitirnos un festín de "comida chatarra". No siempre estamos con ánimo de alta gastronomía. Pero mi reflexión surge de esa angustia que me embarga, por ejemplo, cada vez que piso una gran libería: ¡Cuántos libros excelentes que me llaman a gritos no alcanzaré a leer! ¡Cuánto tiempo he perdido con fruslerías! En fin, mi humilde consejo a quien recién empieza es el siguiente: "trata de concentrarte sólo en las obras magníficas".
Gracias por escribir
G.B.
pero si no se lee un poco de todo, ¿cómo se sabe cuáles son las obras magníficas? :)
ResponderEliminarrespecto del teatro, no habrá dejado pasar a Oscar Wilde, supongo...
salut!
Querida Gabriela:
ResponderEliminarEs cierto, cómo prescindir de Wilde o de Sartre, por citar otro caso eminente. ¿Pero Wilde o Sartre hicieron realmente teatro? ¿O se trata de un ensayo o una novela dramatizada? No lo sé.
Lo admito: como principio general, hay que leer de todo... pero hasta que nos formamos nuestro propio canon. Hay autores, temáticas, géneros incluso que vamos dejando en el camino. Son el lastre que nos distancia de esos libros que nos llaman a los gritos. Cada cual con sus propios gustos.
Releo mi entrada original y sí... suena algo petulante y muy exagerada. Pero sirve para reflexionar, creo, sobre los libros que nos convienen... Debo confesarle que esto surge de una experiencia personal concreta. Entre los libros que me encargado La Prensa en estos días para comentar hay algunos francamente desalentadores. No me quejo, es mi trabajo y lo amo... Pero, caramba, ojalá me hubieran tocado otros. Me angustia perder el tiempo. Ese es mi punto neurótico.
Saludos
G.B.
PD: Le sugiero con toda convicción hincarle el diente a "Enero" de Sara Gallardo. Estoy seguro, Gabriela, que usted lo disfrutara.
sí sí, lo de Enero ya lo pensé. me pongo en búsqueda.
ResponderEliminartengo en la pila de pendientes Zona de Tránsito de Julia Franck, después le cuento.