Barrio de Almagro (Medrano y Rivadavia) 1.00 PM
Leo en una confitería con prosapia. Estoy en Las Violetas. Mesas de mármol y un mozo amigo, Luciano. Es uno de los nuestros, es un señor que ama los libros. Le encomiendo café con leche con torta de ricota. Tiene el dulce prisma unos quince centímetros de alto y un baño de glaseado; la ricota está fresquísima. No hay nada similar en todo Buenos Aires. La taza, sin embargo, es pequeña para mi gusto. La rebajaron tiempo ha, al calor de la brutal escalada de precios que nos maltrata a los argentinos desde hace tres años y que entre otras consecuencias selló la derrota del áspero kirchnerismo en las últimas elecciones legislativas.
Hoy es feriado nacional. Poca gente a esta hora en Las Violetas. Gente civilizada que no necesita de gritar para hacerse entender. Frente a la tarta de ricota y con un libro en la mano, me figuro que he alcanzado el Paraíso. Estoy concluyendo una curiosidad del siglo XIX. El sello Adriana Hidalgo, uno de mis favoritos (acabo de contarlos, tengo veintidós de sus libros en mi biblioteca), ha rescatado la candida novela que inaugura en castellano el genero policial. Se titula La huella del crimen, fue escrito por Luis Varela en 1878, quien eligió para ese trance el seudónimo de Raúl Waleis. Me pregunto si sufro de preterofilia. Me temo que desde hace un tiempo las reimpresiones me vienen resultando más seductoras que lo nuevo. La tonta afición podría sintetizarse así: “¡Sara Gallardo, sí; Pola Oloixarac, no!”. Nadie la tome en serio, hay que leer de todo, incluso las fruslerías que nos ofrece -con las excepciones que se remarcan a la derecha en la sección Los recomendados- el flaco presente.
Ya lo he decidido. Comenzaré la reseña que me encargó La Prensa con una reflexión sobre el misterio del tiempo. No sólo cura las heridas del alma y del cuerpo, también mejora los vinos y los libros. Encuentro en La huella del crimen muchos de esos vicios que tanto me fastidian en los libros de hoy. En efecto, las ñoñerías, el afán de decirlo todo, el melodrama, la pésima puntuación, el moralismo, la psicología de pacotilla, todas esas lacras resultan encantadoras en una novela folletinesca del siglo XIX. Qué notable, ¿verdad? Cómo cambia la percepción lectora. Un libro malo se transforma en interesante. Siempre me pareció una sandez la aplicación del concepto de la deconstrucción a la literatura. El hombre que lee a Shakespeare no es Shakespeare. El arte es autónomo y la misión del artista es jugar a ser Dios, agregar objetos sensibles (y bellos) a la Creación. Pero incluso en el caso de las obras medianas, el paso del tiempo puede añadir valores y efectos que los contemporáneos no alcanzaron a disfrutar. O viceversa. Entonces, la tarea del crítico consistirá en desentrañar la forma en que el texto suscita un impacto a sí mismo (la eficacia estética) o a los demás (sociología de la lectura) en el momento en que es leído.
Mientras pido la cuenta, pienso en los nuevos narradores argentinos que me han desagradado ayer y la semana pasada. Aquí no quiero repetir apellidos, búsquenlos en el blog. Puede que el lector curioso del futuro halle primores en esos textos que hoy desdeño. Seguramente, lo divertirán las curiosidades históricas. Me entero en el policial de Luis Varela que hubo nobles que se sumaron a la insurrección comunista de 1871 y que el tétanos se prevenía por entonces dejando caer gotas de agua helada sobre una herida.
¿Habrá reimpresiones en el siglo XXII? Estoy seguro que sí. Como Borges, creo que la condición humana es literaria. Como Umberto Eco, considero que, mientras que el ser humano preserve la actual disposición física, habrá ciertos artefactos que le resultarán insustituibles, como la cuchara o la rueda. Puede que mañana no sea de celulosa (alguna vez se escribió en papiro o en pergamino), pero un libro siempre será un libro. Es otro invento eterno, perfecto en su forma actual. ¡Ah!, una advertencia. La torta de ricota de Las Violetas es impresionante (incluso se puede compartir) pero no es barata.
G.B.
PD: Esta es la entrada número cuatrocientos. Estoy feliz e impresionado. Discúlpese, la jactancia.
He envidiado tu rato en Las Viletas, la torta de ricota (cara y todo) y los libro y más libros.
ResponderEliminarBien por Sara Gallardo, a Pola la aplaudirán con los años.
¿400 ya?
ResponderEliminarSu jactancia está bien, señor Guillermo, es más: felicitaciones. No por el mero número (cualquiera postea 400 entradas a troche y moche), sino por la calidad de su blog.
Un abrazo.
bien por los 400, vale festejar.
ResponderEliminarY claro: Sara Gallardo sí!
un saludo
Estimados amigos:
ResponderEliminarMuchísimas gracias Estrella, Carlos y R.
Con respecto a "Las teorías salvajes", durante meses estuve a punto de comprarlo. Un convincente comentario de Quintín, más un par de textos que leí en el blog "Hacia el bicentenario, me persuadieron de que el libro es prescindible. Ahora vuelvo a dudar. ¿Estaré equivocado? ¿Podrías darme Estrella, por favor, algún argumento poderoso en favor de Pola?
Un abrazo
G.B.
bien por los cuatrocientos!
ResponderEliminarbrindo con una tostada con manteca y anchoas!
re. el libro de marras: si se parece siquiera mínimamente al blog de la autora, siga persuadido de su prescindibilidad
Querida Gabriela:
ResponderEliminarUsted es nuestra experta en literatura en lengua inglesa. ¿Puedo pedirle una opinión sobre las sesenta novelas de The Times? Sea piadosa, por favor, le recuerdo que no es el producto de una mente erudita sino de una compulsa en la redacción del diario (es decir, votaron los periodistas de deportes, espectáculos, chismes, etc.).
Un abrazo
G.B.
bueno, Ud. lo pidió, acá va:
ResponderEliminar1979: Smiley’s People. John le Carré
no he leído a le Carré, no me engancho
1980: Earthly Powers. Anthony Burgess
no lo leí
1981: Lanark. Alasdair Gray
ni idea
1982: The House of the Spirits. Isabel Allende
ya no me gustó en castellano...
1983: Waterland. Graham Swift
buenísimo
1984: Money. Martin Amis
angustiante y terrible. bueno
1985: Love in The Time of Cholera. Gabriel Garcia Marquez.
lo leí en castellano y me pareció mediocre
1986: Tourist Season. Carl Hiaasen
no lo leí
1987: More Die of Heartbreak. Saul Bellow
quedé por la mitad
1988: Mother London. Michael Moorcock
no lo leí
1989: Sexing the Cherry. Jeannette Winterson
me gustó, aunque más me gustó “Oranges are not the only fruit”. y el último, “The stone gods” es excelente!
1990: Get Shorty. Elmore Leonard
no lo leí
1991: The Famished Road. Ben Okri
ni idea
1992: The Secret History. Donna Tartt
ni idea
1993: Trainspotting. Irvine Welsh
no lo leí
1994: How Late it Was, How Late. James Kelman
ay, sé que lo leí pero no lo recuerdo en absoluto
1995: Northern Lights. Philip Pullman
no lo leí
1996: Angela's Ashes. Frank McCourt
lo tengo ahí pendiente pero nunca estoy afín de agarrarlo
1997: Harry Potter and the Philosopher’s Stone. J. K. Rowling.
mi hija lo leyó ocho veces, creo. yo, ninguna
1998: The Wind-up Bird Chronicle. Haruki Murakami
está en la pila de pendientes
1999: Disgrace. J. M. Coetzee
no lo leí
2000: The Blind Assassin, Margaret Atwood
me gustó. pero más me gustaron otros de ella...
2001: The Corrections. Jonathan Franzen
me encantó! terrible!
2002: Atonement. Ian McEwan
no lo leí
2003: The Time Traveler’s Wife. Audrey Niffenegger
ni idea
2004: The Line of Beauty. Alan Hollinghurst
no lo leí
2005: Twilight. Stephenie Meyer
ay, socorro. lo leí para ver en qué andaba la hija menor: un plomazo
2006: The Road. Cormac McCarthy
no lo leí
2007: A Thousand Splendid Suns. Khaled Hosseini
no lo leí
2008: Netherland. Joseph O’Neill
ni idea
2009: The Little Stranger. Sarah Waters
buenísimo! Waters es una maravilla! “Affinity”!
y acá abajo lo copio las selecciones suyas con las cuales concuerdo totalmente:
* La conjura de los necios. John Kennedy Toole (wow!)
* La dalia negra. James Ellroy
* Lo que resta del día. Kazuo Ishiguro
* Pompeya. Robert Harris (me encanta Harris!)
* Hasta que te encuentre. John Irving (por lealtad a Irving, porque ha escrito mejores)
Querida Gabriela:
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias! Estoy en deuda con usted.
Un abrazo
Guillermo
Digo y afirmo que Pola Oloixarac es lo más estupendo que ha dado la prosa argentina de los últimos años, pero quizás ustedes nunca puedan constatarlo, ya que por lo visto necesitan 100 años para entender a un autor.
ResponderEliminarSaludos
Querido Dionisio:
ResponderEliminarEs injusto que afirmes que en este blog sólo se "comprenden" libros de más de cien años. Si te hubieras tomado el trabajo de ver los recomendados, habrías comprobado que sugiero la compra de Bizzio, Schweblin y una serie de nuevos narradores latinoamericanos.
Con respecto a Oloixarac, confieso que toco de oído. No la he leído pero me ha picado la curiosidad. Su primera novela despertó una inusual y agitada polémica. ¡Bien por ella! Dionisio, deme tres o cuatros razones estéticas convincentes, y le juro que me lo compro (aunque tengo en la lista diez o doce libros antes).
Gracias por escribir
G.B.