Avda. Fontana 240, Sábado 22 de agosto, 6.30 PM.
Los amantes de los bares con rica prosapia y espíritu vivo, de las tazas enormes de café con leche con sándwiches respetables, de las bebidas espirituosas y precios razonables, tienen una opción maravillosa mil cuatrocientos treinta y seis kilómetros al sur de Buenos Aires. Recomiendo con toda convicción sentarse a leer en la confitería del hotel que congrega a la bohemia de la ciudad de Trelew. Viajero, cuando pases por esta animada ciudad del Chubut no pierdas la oportunidad de conocer el Touring Club.
“Con generosos muros y vastas escaleras, con festivas mayólicas y mágicos espejos, el Touring nos reúne para ser amigos“, escribió alguna vez el historiador Virgilio Zampini. Fundado en 1898, aquí pernoctaron, entre tantos, Antoine de Saint Exupery y Arturo Frondizi. El bar, donde aún se permite fumar (¡ay!), ha conservado en sus muros fotos y publicidades añejas y un cautivante anuncio que ofrece diez mil pesos fuertes por la cabeza de Buch Cassidy (foto). Las mesas con más glamour son las circulares de madera. En esta tarde de sábado, cuando se recuerda una matanza infame que hizo célebre a la ciudad, hay un solo mozo para todo el salón. Se las apaña. Me sorprende que los clientes del hotel deban entregar o pedir la llave de su habitación en la barra del bar, custodiada por espejos y una pared repleta de bebidas. Un televisor vocifera una tediosa disputa entre All Boys y la CAI, el equipo chubutense del Nacional “B”. Los parroquianos la ignoran. Parece que aquí se conocen todos.
Mientras Angeles se entretiene con diarios y revistas, disfruto un par de capítulos del último tomo de la trilogía Millenium, ese espléndido entretenimiento que ha conquistado a millones de personas en todo el mundo. He traído al sur las ochocientas cincuenta y cuatro páginas de La reina en el palacio de las corrientes de aire. ¿Es esto buena literatura o un best seller mejorado?, pregunto al aire cuando me traen mi especial de queso y tomate. Estoy en problemas. Me olvidé de advertir que detesto la mayonesa.
Stieg Larsson combina, en dosis similares, virtudes y defectos. Narra con destreza cuatro historias paralelas que transcurren en la civilizada Suecia, donde la violación de los derechos individuales es un crimen grave. El tema del libro es interesante, un tópico muy explotado por Hollywood: la tensión (¡ah cómo odio esta palabreja puanesca) entre el país constitucional y los servicios de inteligencia. Periodistas de investigación vs. Guerreros de la seguridad nacional. La moral de los principios vs. La realpolitik. Nuevas tecnologías vs. Las viejas artimañas de los policías malvados. Los personajes también resultan atrayentes, pero el maniqueísmo los aplana, los torna muy previsibles. Son títeres, cuyos hilos mueve lo “políticamente correcto“. Al fin y al cabo, Larsson aplica el mismo procedimiento simplón que John Grisham: traza una línea en la arena y va colocando a uno y otro lado a buenos y malos. Los grises, me temo, brillan por su ausencia. No obstante, la novela mantiene la intriga. Es un mamotreto que no aburre ni fatiga. Un buen compañero para estas vacaciones desestresantes.
Guillermo Belcore
Guillermo Belcore
PD: Cualquier bar o confitería sobre las avenidas Brown o Roca en Puerto Madryn con amplios ventanales al mar es un lugar paradisíaco para disfrutar un libro. ¡En el Balcarce tienen todos los diarios de Buenos Aires! Allí esperé a mi mujer mientras satisfacía el capricho de bucear. Pienso que un humano jugando a ser pez a cinco o seis metros de profundidad es tan absurdo como un lobo marino saliendo a pasear por la costanera. Cuestión de gustos.
Hay un momento mágico en Madryn al atardecer cuando el mar y el cielo tienen el mismo color. ¡Qué belleza! El horizonte desaparece y uno se queda estupefacto ante una insondable muralla azul, intensamente azul.
Felices vacaciones!
ResponderEliminarEntiendo tu adicción a los libros y tu espíritu urbano, pero te recomiendo también disfrutar la maravillosa naturaleza de esa zona: Caleta Valdez, Puerto Piramides, Punta Tombo, etc. etc.
Y por qué no continuar la degustación de tortas y tartas en alguna casa de té galesa en Gaiman.
Un abrazo y saludos a Angeles.
ah, el Touring de Trelew! uno de mis all-time favorites! qué lindo lugar!
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