domingo, 1 de noviembre de 2009

El candor del padre Brown

Gilbert Keith Chesterton
Editorial Claridad. Libro de cuentos, 215 páginas. Edición 2009.

Borges escribió hasta el cansancio que que los libros de G. K. Chesterton (1874-1936) son ocasiones de felicidad. ¡Claro que sí! Es una magnífica noticia que un sello nacional reimprima la magia y el brillo del padre Brown, pescador de almas de cara redonda y bonachona, paradigma del humilde detective razonador. Su virtud -como la de Chesterton- es razonar con sólidos e indisputables primeros principios. Encontrar la verdad, que resplandece como el sol.

Los doce cuentos del volumen fingen ser policiales; son buenos, porque cada uno incluye una especulación filosófica. Plantean un problema fantástico pero el curita de Essex, con su infaltable sombrilla, descubre siempre una explicación lógica. Los personajes son como actores que entran en escena, notaba Borges. La elegancia del estilo es otra virtud del libro. Obsérvese aquí: “Era uno de esos viajes en que el hombre no puede menos de sentir que se va acercando al término del universo, aunque enseguida se da cuenta de que simplemente ha llegado a la entrada del parque de Tufnell”.

El delincuente es el artista creador, mientras que el detective sólo es el crítico, estableció el literato inglés. El buen sacerdote se enfrenta al fuego del anticlericalismo, al rey de los bribones, a un asesino mentalmente invisible, a la alambicada honradez del único hombre que no hace más que su deber. Evita un robo y salva un alma, gracias al sencillo hecho de haber escuchado unos pasos por un pasillo. Desbarata un crimen a lo Charles Dickens.

Chesterton pertenece a la más rara especie de moralista: un católico suave y liberal. Es decir, es más inglés que católico. Se siente obligado a denunciar a las clases ociosas. Da a la Iglesia Católica el privilegio del sentido común. Tiene un exquisito sentido de la ironía. Tolera el socialismo, pero desdeña a la vehemente Francia y a la orgullosa Escocia. Se trata, en síntesis, de uno de esos narradores que -sin haber engendrado una obra maestra- ha enaltecido como pocos la profesión.
Guillermo Belcore
Publicado hoy en los suplementos de Cultura de La Prensa de Buenos Aires y La Capital de Mar del Plata.
Calificación: Muy bueno

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