"La propaganda en política sólo tiene un objetivo: la conquista de las masas. Cualquier medio que sirva a este propósito es bueno. La propaganda depende fundamentalmente de la palabra hablada. Los movimientos revolucionarios son obra de grandes oradores''.
Joseph Goebbels
Hay en Der untergang
Un hallazgo justifica la biografía. En los últimos años, cuanto sabíamos del esbirro de Hitler se vio alterado por la publicación completa de los diarios que llevó entre 1923 y 1945. Son 29 volúmenes que queman los dedos. El superministro de Propaganda del Tercer Reich, un individuo excepcionalmente activo, nunca perdió la costumbre de plasmar sus emociones junto a la observación de sucesos públicos.
Naturalmente, Thacker comete el típico desliz de todo biógrafo entusiasta:
El renano
El ensayo es minucioso e instructivo porque satisface una triple condición:
Nadie más diferente de la bestia rubia, del vikingo de
La biograf¡a de Thacker confirma que ganó su lugar en la historia como el gran manipulador de la cultura y de los medios de comunicación.
Sin un gramo de bondad
Antes de la II Guerra, Goebbels fascinó al mundo con el abuso de la histeria de masas. Organizaba las impresionantes manifestaciones, controlaba a miles de artistas y periodistas, y, al mismo tiempo, se hacía tiempo para escribir de puño y letra un alud de panfletos, libros y artículos. Era un maniático de la puntualidad y los detalles. Resulta deprimente pensar que tamaña resoluci¢n y energía se hayan consagrado al exterminio del prójimo.
¿De dónde provenía tanto odio?
Guillermo Belcore
Este artículo se publicó el domingo pasado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.
Calificación: Muy bueno
PS del 24 de junio: Sugiero enriquecer la lectura de este comentario con la brillante reflexión de O.G. sobre la responsabilidad y los riesgos de los biógrafos.
GUILLERMO:
ResponderEliminarexcelente entrada.
te felicito.
PARA CUANDO ALGO DE MACCHIAVELLI?
ALEJANDRO
qué lindo le quedó el blog!
ResponderEliminarGracias, Gabrielaa... hace tiempo que usted no escribía aquí y de alguna manera debía llamar su atención...
ResponderEliminarG.B.
Estimado Asterion:
ResponderEliminarComo ya nos tiene acostumbrados impecable su reseña, pero no puedo dejar de disentir con su conclusión final.
La credulidad y la fe ciega son justamente los cimientos del totalitarismo, siendo, por el contrario, el pensamiento escéptico su mejor antibiótico. La historia lo demuestra, desde los antiguos griegos que sentaron las bases del debate racional, el método científico y por ende la democracia hasta los actuales totalitarismos teocráticos de Medio Oriente, enemigos de todo ello.
Un abrazo, Harry.
Querido Javier:
ResponderEliminarSí no le entendí mal, usted postula que la religión es una vía segura para el fanatismo asesino. Me temo que debo discrepar. La Historia nos ha probado que los sueños de la razón, como estableció Goya, también engendran monstruos. Al fin y al cabo, el bolchevismo y el nazismo, las dos grandes calamidades de nuestro tiempo, fueron movimientos antirreligiosos.
Yo entiendo al pensamiento religióso correctamente entendido y honestamente aplicado como una filosofía que amansa al hombre al elevar a cada prójimo a la categoría de "Hijo de Dios", por ende su vida cuenta y debería ser intocable por el Estado o por cualquier otra racionalidad instrumental que divida a los seres humanos en categorías. Obviamente, algunos emplean a las religiones como coartada para satisfacer sus deseos de dominación, explotación o maldad lisa y llana. Pero esta pulsión es previa a la etiqueta que se añade.
Un apasionante tema para la discusión, en cualquier caso.
Gracias por escribir
G.B.