RBA. Novela de espías, 475 páginas. Edición 2010
La industria del rótulo -siempre tan ubicua- ha establecido que el señor Olen Steinhauer (Baltimore, 1970) es “el nuevo John Le Carré”. Cualidades para aspirar al cetro no le faltan. Su quinto libro tiene la suficiente cantidad de crímenes, vertiginosos cambios de decorado, intriga, giros imprevistos y denuncia institucional como para que la atención del lector no decaiga hasta la última página. El turista es una buena novela de espías… pero nunca más que eso. La riqueza expresiva brilla por su ausencia; la prosa de Steinhauer es más pobre que ratón de Iglesia.
La ‘story’ debe mucho a la espléndida saga de Jason Bourne. Aquí también un agente secreto cae en desgracia. Milo Weaver es traicionado por sus superiores y debe apelar a todo su ingenio y a toda su eficacia homicida para no terminar con cuatro balas de una sibilina Sig Sauer entre pecho y espalda. Integra una ultra sigilosa rama de la CIA que exige continuos cambios de nombres y obediencia ciega. Son los mastines del Imperio. Los ‘turistas’ se dedican a cazar a sicarios, boquiflojas y traidores, a liquidar a banqueros que coquetean con el terrorismo, y en general a complicarle la existencia a los adversarios de la ´Pax americana‘. Si hace falta, le destrozan los genitales a un prisionero con descargas eléctricas. La horrorosa picana nunca dejó de utilizarse.
El turista es la primera parte de una trilogía. Si bien contiene todas las concesiones que Hollywood demanda (’happy end’, héroes inmaculados, descalificación selectiva, simpleza argumental, sortear el peligro por un pelo), añade interesantes reflexiones sobre mundo del espionaje y sobre el lado siniestro de la política exterior de Estados Unidos. Véase este diálogo:
“-Mirá -dijo Graiger- una parte de mi sigue creyendo. Una parte de mí cree que hablando contigo estoy traicionando al imperio. Es gracioso, ¿no? Hemos marcado nuestro territorio como un perro imperial desde el final de la última gran guerra. Desde el 11-S, ya no sabemos hacerlo con buenos modos. Podemos bombardear, mutilar y torturar a placer, porque sólo los terroristas están dispuestos a plantarnos cara y su opinión no vale. ¿Sabés cuál es el problema, en realidad?
-Ponete el saco.
-El problema son las personas como yo -continuó Graiger-. Un imperio necesita hombres con agallas de acero. Yo no soy tan duro; todavía necesito excusas para difundir la democracia. Los más jóvenes en cambio… son la clase de hombres que necesitamos si queremos seguir avanzando. Son duros de una forma que mi generación no lo fue nunca“.
Dios nos proteja de la CIA.
Guillermo Belcore
Publicado en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata
Calificación: Bueno
PD: Quizás ésta podría ser la banda de sonido:
PD II: Aquí hay algo más para escuchar sobre la novela: