Planeta. Diarios, 691 páginas. Edición al cuidado de Daniel Martino.
“¡Que manía la del arte moderno contra la anécdota! (…) No ven que atacan a lo narrativo, que es uno de los permanentes agrados de los hombres. ¿Qué tiene de malo? Toda la literatura es anécdota. ¿A quién no le agradan las anécdotas? Estoy seguro de que les gustan a esos mismos que la condenan. Aunque no puede uno saber: ¡son tan brutos!”.
J.L.B.
Si tú, lector curioso, ansías un libro pródigo en maravillas, ingenio y caprichos (incluso malévolos) no es necesario que fatigues Las mil y una noches o La Odisea. La edición abreviada de los diarios de Adolfo Bioy Casares podrá satisfacer tu sed de portentos. El volumen se concentra en Jorge Luis Borges; en sus anécdotas deliciosas, su inteligencia olímpica, su acomplejada humanidad, su capacidad sin par para destruir una reputación con una frase más venenosa que la mordedura de una aspid. Es el súmmum tanto de la crítica literaria como del arte de injuriar.
El libro, extraordinario en todo sentido, abarca cuarenta años de feliz amistad intelectual. En cada entrada hay algo extraño, cáustico o perspicaz. Hay personajes divertidísimos como la señora Bibiloni de Bullrich o el vanidoso Ernesto Sábato. El último tramo se lee con un nudo en la garganta. Como el 12 de mayo de 1986, cuando la Parca caminaba a la vuelta de la esquina:
“Hoy hablé con Borges que está en Ginebra. A eso de las nueve, cuando íbamos a tomar el desayuno, llamó por teléfono. Silvina atendió. Pronto comprendí que hablaba con María Kodama. Silvina le preguntó cuando volvían. María no contesto a esa pregunta. Silvina habló también con Borges y volvió a preguntar: ‘¿Cuándo vuelven?’. Me dio el teléfono y hablé con María. Le comunique noticias de poca importancia sobre derechos de autor (una cortesía para no hablar de temas patéticos). Me dijo que Borges no estaba muy bien, que oía mal y que le hablara en voz alta. Apareció la voz de Borges y le pregunte como estaba. ‘Regular nomás‘, respondió. ‘Estoy deseando verte‘, le dije. Con una voz extraña me contestó: ‘No voy a volver nunca más‘. La comunicación se cortó. Silvina me dijo: ‘Estaba llorando‘. Creo que sí. Creo que llamó para despedirse”.
Si algo dejan en claro los diarios es la primacía del juicio estético por sobre cualquier otra interpretación literaria. Pueden disfrutarse como guía eminente de lecturas; sus condenas, en cambio, deben tomarse con pinzas aunque el inopinado desdén siempre resulta eficaz. Borges va más allá del ataque, menosprecia. Consideraba a Scott Fitzgerald un escritor sin importancia; a Beckett y a Arlt, imbéciles; a Camus, “beneath contempt”; a Alberti, un árido payaso. Tennesse Williams era “un escritor de inmundicias”, Joyce representa “lo mejor de una mala causa”. Se mofaba de las novelas de Mallea, de los poeticastros Molinari o Capdevila; de toda la obra de Güiraldes (¿cómo no hacerlo con alguien que llama a la luna “el pulcro botón del calzoncillo“?) Polémicas al margen, el tránsito nunca es ingrato. La fluida escritura proporciona felicidad a raudales. ¿Felicidad, dije?... “ese olvido transitorio de la condición humana”.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.
Calificación: Excelente
PD: No puedo sino estar de acuerdo con este juicio borgeano que, ¡oh sorpresa!, tan bien describe nuestra actualidad: “el secreto del éxito de la interpretación sociológica de la literatura es que gracias a ella mucha gente a quien una obra original no sugiere nada, ahora puede hablar de libros”.
Genio y figura.
ResponderEliminarOjo, como Camus (aunque más, sí).
El cuerpo sufre más que el alma,porqueesta última encuentra siempre algo a lo cual aferrarse:Un recuerdo,una esperanza.
ResponderEliminarÁ bientót
Aunque no esté muy de acuerdo en las (des)calificaiones de Borges a sus congéneres, no puedo dejar de estar rendido ante su obra. He leído (no sé si todo), pero en cada leída siento ese gusto rico y casi prohido de cuando uno era chico y robaba un higo del vecino. Cada uno, cada higo, no por repetido resulta menos agradable.
ResponderEliminarBorges o Camus? es como querer elegir entre un buen pantalón de vestir y un impecable jean, depende la ocación. Gracias por la entrega, salgo a buscar el libro. Marcelo.
me gusta mucho los libros pero no e tenido la oportunidad de leer este libro mi nombre es andrea rodriguez vivo en ecuador y ojala siga asi mi hermano dice q usted hace buenos libros
ResponderEliminarEstimada Andrea:
ResponderEliminarMe temo que su hermano se ha confundido, yo no escribo libros. Soy periodista y hago crítica literaria en un diario.
Gracias por escribir
G.B.
Señor Belcore;
ResponderEliminarUsted no sera un literato,pero es un buen editor. Teniendo en cuenta todas las experiencia que usted ha tenido como crítico de literatura,cine,etc.
Ya es hora de que usted no sorprenda con un buen policial.