sábado, 16 de junio de 2012

Mentiras de verano


Bernhard Schlink

Anagrama. 258 páginas. Cuentos. Edición 2012.


“Todo lo que puede ser descripto puede suceder”
Wittgenstein

¿Puede uno hacerse amigo de un millonario? De alguien que tenga más dinero que el conveniente, que no conozca el precio del pan o el apremio de llegar a fin de mes. ¿Es posible enamorarse de una mujer rica, al punto de abandonar la antigua vida, las delicias de una existencia en un barrio de gente trabajadora? ¿Puede el amor superar el choque de culturas? Este es el núcleo incandescente del primer relato de un volumen que seduce por su elegancia, sensatez y buen gusto.

Berhard Schlink es otro escritor de moda. Juez de profesión (es un handicap, está acostumbrado a sopesar a las personas), su novela multipremiada El lector fue ovacionada por el público y la crítica en muchos países y se llevó al cine. También incursionó en el género policial y compuso una elogiada pieza de cámara sobre el terrorismo rojo. En esta ocasión, ensaya una disección del fenómeno del amor, tanto amor de pareja como hacia los hijos. El resultado es más que satisfactorio.

El libro nos permite oír las tribulaciones de un amante mentiroso, del marido enloquecido de una escritora famosa, del novio prófugo de una chica secuestrada por un jeque de Kuwait, de un catedrático de filosofía analítica que ha decidido suicidarse, sin decirle una palabra a su esposa, cuando el cáncer en los huesos se torne insoportable. Seguimos a un periodista que intenta descubrir quién es realmente su padre.

Los personajes son intelectuales (escritores, diplomáticos, músicos, científicos, profesores) que se enfrentan a situaciones límite, derivadas de los sentimientos. Son gente civilizada, reflexiva, que prácticamente nunca pierde la contención y los buenos modales (al menos en público). Su comportamiento es un bálsamo para los lectores de países colmados de guarangos, como la Argentina. La misma exquisita sobriedad caracteriza la prosa, lo cual, si bien eleva la legibilidad a un nivel óptimo, limita la belleza del texto. Un toque de exuberancia nunca viene mal. El señor Schlink dosifica bien el suspenso y prefiere los finales abiertos, para que el lector pueda quedarse dándole vueltas al asunto.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Bueno

PD: Propongo una gema de Queen como banda de sonido del libro. Pinche aquí.


7 comentarios:

  1. Se agradecen esas historias de "gente civilizada, reflexiva, que casi nunca pierde la contención y los buenos modales", pero al mismo tiempo me pregunto cuál es límite entre la sobriedad y el elitismo, como si sólo los intelectuales pudieran tener buen gusto. Y sí, Mr Belcore, la sociedad argentina es tan vulgar! Siga así.

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  2. Estimado anónimo (algo me dice que usted es un hombre):

    Buena pregunta. ¿Cual es el límite entre la sobriedad y el elitismo? No lo sé. En todo caso, una aristocracia de personas que practiquen la cortesía y el respeto al otro en el trato cotidiano tiene mi más absoluta admiración. Ud. gusta de la literatura si no no estaría aquí, entonces coincidirá conmigo en que las formas también son importantes.

    No, no considero que la sociedad argentina sea vulgar, en todo caso vivo con la impresión de que se trata de una comunidad envilecida, de egos desatados, que en buena parte se ufana de no cumplir las normas mínimas de convivencia (¿se ha detenido a pensar por qué mueren tantos compatriotas en accidentes de tránsito?) por causa de un conjunto de cuestiones sociales, políticas y culturales que otro día podemos discutir. Y no se trata de cuestión de ingresos, aunque el nivel de educación creo que es importante. Por cierto, ¿hace mucho que no va a la cancha?

    En todo caso, para ser preciso, debo hablar de lo que me rodea, la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, lugar de donde provengo. Yo estoy harto de ser maltratado por empresas y personas (¿alguna vez usted tomó un colectivo o fue hacer un trámite a un banco?), de ver, con tristeza, que en donde uno apoya un dedo salta pus.

    El policial nórdico y, en este caso, relatos que provienen de la hoy civilizada Alemania (sí, la nación que prohijó a Hitler, pero parece que han logrado aherrojar el furor germanicus que ya mencionaba Julio César) tienen el encanto de la resolución civilizada de los conflictos. Insisto, me sientan como un bálsamo.

    Gracias por escribir, caballero

    G.B.

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  3. No recuerdo cómo llegué aquí, pero me gustó comprobar que en buena medida coincidía usted con mis gustos, o yo con los suyos. Siempre es bueno encontrar una persona por quien puedas y quieras dejarte aconsejar. Ahora, por primera vez, acabo de leer un libro a recomendación suya, y me ha parecido magnífico. Se trata de El secreto de Christine. A Banville lo tenía en la lista de deberes por hacer desde hacía tiempo, pero seguramente habría tardado años en lanzarme a Benjamin Black de no ser por usted. De modo que muchas gracias.
    Un saludo desde España.

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  4. Estimado Dany:

    Gracias. Lo invito a subir sus comentarios sobre 'El secreto de Christine' o el libro que guste. Aspiro a que este blog sea polifónico.

    Un abrazo a la distancia

    G.B.

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  5. Es un orgullo y un placer leer estas palabras. Vengo aca a leer cometarios y opiniones de cultura. De paz. De opinion. Comparto que la locura gobierna .....pero esta en nosotros seguir este camino.
    Gracias Guillermo.

    Recuerde por favor...que los acentos no figuran en mi iPad.

    Un gran abrazo a ud y sus lectores.
    Es un verdadero honor ser su amigo.

    Alejandro
    Desde Stgo de Chile.
    Chicureo.

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  6. para compartir con Don. Guillermo Belcore.
    estimado hedonista y amigo.

    hay (creo) cautividades que se gozan por que su etimologia proviene de palabras, tales como jaula, hogar, chacra, maleta, bolsa y creo que tambien gozamos con la cautividad de tipo papel matamoscas, pues con mucha facilidad quedamo0s como dice el autor, presos de patitas en el. (se refiere al panal de rica miel y no al papel matamoscas) pero para aclarar el asunto no hay o mejor dicho no hubo mejor humorista que don mario moreno "cantinflas"
    ¿verdad?
    atte.
    el añejo

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  7. otra mas,
    no es común en reflexiones serias, hacer uso del sentido del humor e incluso si se usa, por su sutileza muchas veces no es "percibido" o detectado, siendo en realidad este humor por su ambigüedad algo que determina "la pegada" o no de un mensaje y su subliminalidad.
    verdad?
    atte.
    el añejo

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