Patrick Hamilton
Manantial. Novela, 317 páginas. Traducción: Pedro Rey. Edición 2012.
Bienaventurados los puros de corazón porque ellos verán a Dios, dice el sublime Sermón de la Montaña. Pero la mansedumbre es un verdadero problema para enfrentar a un mundo cruel, confuso y falto de sentido. Imagínense, amigos, un hombretón de treinta y cuatro años, triste, desgarbado, los ojos inyectados en cerveza, sin una mota de malicia, un don nadie gastándose sus últimos ahorros en caprichos ajenos, el blanco bobo de comentarios antipáticos, desesperado por ser bueno en algo. Imagínese que se llama George Bone. Lleva su soledad a cuestas como alguien marcado a fuego. Imagínese que tiene la desdicha de enamorarse de una chica del londinense Earl’s Court, que es como si dijéramos en Buenos Aires “del barrio de Palermo Hollywood”. Imagínese que está chiflado por una tal Netta Longdon, una esnob fenomenal, una morena tan hermosa como arisca, bestial y tiránica. Qué desgracia, ¿no? Bueno, aquí tiene el núcleo incandescente de una comedia negra que el Independent on Sunday calificó como “uno de los grandes libros del siglo XX”, sentencia que estoy dispuesto a defender con toda convicción.
Como insinuó Quintin en su columna del domingo en Perfil, la literatura inglesa del siglo XX es una suerte de Jardín de las Hespérides, es decir una fuente de maravillas, al parecer, inagotable. Cada dos por tres aparece otra manzana dorada e inmortal que nos deja sumidos en el gozo más intenso (y de la que ayer nada sabíamos, ¡ay!, como en los casos de Muriel Spark, Marghanita Larsky, Joe Ackerley o Julian McLaren-Ross). ¿Cómo es posible que Ultima resaca llegue recién ahora al español? ¡Qué picardía! Se trata de una novela perfecta en su composición, con una gran profundidad psicológica y de extraordinaria lucidez en sus alusiones. Ha engendrado además un personaje inolvidable en su patetismo, el citado George Bone. ¡Pobre tipo! Arrastrándose de pub en pub, en manos de una pandilla de lo más ruin, loco por una tilinga desalmada y malhumorada, una actriz fracasada, que piensa como una ameba. Sus soliloquios son fascinantes. Su cabeza sufre “estados muertos” atroces (hace click) que lo convierten en otra persona, incluso en un asesino…
Esta novela fue escrita en 1941, cuando las jaurías pardas de Hitler parecían estar a punto de conquistar Europa. Aquella absoluta malignidad política se va filtrando en la trama como si tratase de una luz corrupta que deja pasar una cortina apolillada, la luz de un sol decadente o el neón de un puticlub apestoso, se me ocurre imagen. La historia de George y Netta transcurre en los meses previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial. El autor infiere que hay cierta correlación entre las preferencias políticas y la catadura moral de una persona. Los tipos inmundos -incluso en esa época- simpatizan con el fascismo. Y se reivindica a una especie muy peculiar de ser humano, acaso los únicos que merecen el Reino de los Cielos: la gente que no discrimina a nadie. Página sesenta:
”pertenecía al grupo de pocas personas afectuosas, despreocupadas, que no disciernen, que son naturalmente inconcientes de la superioridad o inferioridad entre individuos, o que, incluso si están al tanto de ese tipo de cosas, no las impresionan o no les interesan. Había conocido a gente de este tipo… ¡pero eran tan pocos!…”
Guillermo Belcore
Calificación: Excelente
PD: ¡Ya! Urgente, hay que traer a la Argentina todo lo que escribió Patrick Hamilton (1904-1962). Con razón, Doris Lessing lo consideraba uno de los más talentosos de su generación. Traduzcánlo ya, ¿qué diablos están esperando? Si es Pedro Rey, mejor, que aquí ha hecho un trabajo excelente y muy hospitalario para el lector argentino.
PD II: A la izquierda, la primera tapa de esta magnífica novela. Propongo como banda de sonido Esperando el milagro, temazo de Las pelotas (¡qué banda!).
En este tono, creo que la cima es "Cuento de hadas en Nueva York", del irlandés J.P. Donleavy.
ResponderEliminarQuerido Santi:
ResponderEliminarNo lo leí. Interesante. ¿Se consigue en Buenos Aires?
G.B.
Si, en mercado libre hay varios (usados). Es un libro extraordinario, como si hubieran licuado La ley de la ferocidad, de Pablo Ramos con La conjura de los necios, de K. Toole. No te pierdas este libro, en serio. Te dejo un fragmento:
ResponderEliminar"Te acercabas a mí en tu vestido de seda crujiente. Como si hubieras sido hueca. Oías con tus grandes ojos. Y el primer día que pasamos abordo no quise que gastaras dos dólares para alquilar una reposera. Ahora te dejaría. Ahora te dejaría hacer cualquier cosa. Helen, ahora podrías alquilar dos o tres reposeras y yo no te diría una sola palabra. No era por el dinero, era porque tenías muy mal aspecto y pensé que te helarías de frío en cubierta. Y nadie sabía lo enferma que estabas. Y tiré de la toalla. Te la arranqué de las manos cuando dijiste que gastarías esos dos dólares. No era por el dinero. Ahora rompería dos dólares aquí mismo, en esta plataforma de subte. Dios mío, era por el dinero… Te he perdido".