Gabriel Dalla Torre
El Ateneo. 297 páginas. Novela. Edición 2012
Más que moda, una epidemia. La obra que ganó el Premio Letra Sur 2012 viene fragmentada en ochenta y cuatro capitulitos, como si una bomba de una tonelada hubiera sido arrojada en el medio de la trama. Ese afán por lo telegráfico (acaso porque la ejecución así es más fácil) impide oír el latido, la música de la novela, cuando la tiene. La prosa tampoco resulta hospitalaria: da la impresión de que al autor le cuesta horrores encontrar las palabras justas para expresarse. La historia es lo mejor, interesante sin dudas: las andanzas, incluso criminales, de un grupo de travestis de Mendoza. "¿Acaso hay una forma mejor para huir de la desgracia que transformarse en otro?", plantea la protagonista. Pero en ningún momento parece ser éste el motor real de la conducta de Rubí y sus compinches.
Gabriel Dalla Torre (Plaza Huincul 1977) convoca a las sombras insignes de Manuel Puig y Corin Tellado. Es un buen punto de partida. Descorre los visillos para permitir al lector burgués y pusilánime atisbar en el palacio lumpen del vicio y el reviente. Se consumen drogas de todo tipo; se traman estafas; padres de familia, puntales de la sociedad provinciana, hierven de deseo por un transexual. As¡ es la vida. El otro hilo conductor es la búsqueda, alocada, de belleza mediante la perfección corporal. Se añaden páginas de un médico francés de estirpe lombrosiana. Se abusa del fisonomismo plebeyo, tipo "ojos muy separados y a medio párpado sugieren tendencia a la autodestrucción". Ese sonsonete cansa.
La sensación que queda al final es de obra primeriza, de escritura descuidada, de ambiciosa indagación sociológica que, ¡ay!, no ha encontrado las herramientas apropiadas para cumplir su promesa. ¿Para que mencionar a una abuela vidente, a una pareja de mormones yanquis, a un mendigo manco si en poco y nada participan? Personajes desaprovechados, una chambonada difícil de perdonar. Cuando el estilo no seduce, la novela debería desbordar de sucesos si es que pretende conquistar a su majestad, el lector.
Guillermo Belcore
Calificación: Regular
PD: ¿Hace falta decirlo? Este blog no pretende el monopolio de la verdad, sino transmitir experiencias de lecturas, que no siempre son gozosas. Todo lo que se dice aquí no tiene más valor (ni menos) que el de una opinión sincera y fundada. Todo es cuestión de gustos. Por eso, antes de sacar conclusiones definitivas, sugiero encarecidamente también leer las críticas elogiosas que recibió la novela en dos prestigiosos suplementos culturales. Pinche aquí:
1) Revista Ñ
2) La Nación
ah pero lo mataste al pobre pibe!!! jajaja =P
ResponderEliminarNo señor, no lo maté. Yo comentó libros no hago juicios personales. Sólo he intentado fundamentar mi descontento con el libro, con la apuesta literaria en general. Insisto, cuestión de gustos. Gabriel Dalla Torre tiene algo de lo que yo carezco: un futuro promisorio.
ResponderEliminarG.B.
Señor Guillermo, disfruto de buena manera tus reseñas. Y te sigo a pie fiel. Vale tu buena lucidez y excelente gusto por lo que sirve y el montón que se ha de dejar a un lado, una pérdida de tiempo y ojos que no vale la pena. Prueba de ello que compro los libros que reseñas como buenos y no ha fallado!
ResponderEliminarSaludos desde San Francisco, California.
Cuellar
Gracias amigo, Cuellar. Me entusiasma mucho que estemos tan lejos y a la vez tan cerca. Sus palabras me estimulan a seguir.
ResponderEliminarG.B.
Yo la leí, creo que algunas cosas se te escaparon, la presencia de los mormones y del manco por ejemplo, en mi apreciación personal, tienen que ver con la pérdida de un equilibrio o simetría en la trama o eso me pareció a mi.
ResponderEliminarCoincido plenamente con esta reseña. Me sorprende que haya sido premiada una novela que, para empezar, está mal escrita (pésimo manejo, por ejemplo, de los tiempos verbales), y que luego desaprovecha tanto las puntas que le daba la trama. Además he vivido en Mendoza muchos años, conozco esos espacios y personajes y ahí había una novela infinitamente mejor que esta.
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