sábado, 6 de abril de 2013

Sobre la educación en un mundo líquido

Zygmunt Bauman

Paidós. Ensayo de filosofía, 151 páginas


Nuestra sociedad de consumo está fundada sobre un insaciable apetito por la novedad, que es el aspecto simbólico de los objetos. A causa de este apetito, que está muy profundamente arraigado y para el cual hemos sido adiestrados de forma muy agresiva, nos hallamos en una situación en la que, de manera constante, se nos incentiva y predispone para actuar de una manera egocéntrica y materialista. Se nos aguijonea, se nos fuerza o se nos embauca con zalamerías para que compremos y gastemos. Para que gastemos lo que tenemos y lo que no tenemos. ¿Cómo liberarnos de la dictadura del mercado? Con alguna clase de genuina revolución cultural, que favorezca cambiar el propio estilo de vida, reemplazándolo con otro regido por la templanza, la moderación y el autodominio.

Gente, “comprar o no comprar” ese el nombre del juego. Posiblemente nadie ha desmenuzado de un modo tan penetrante los mecanismos perversos de la postmodernidad como el filósofo Zygmunt Bauman. El profesor de la Universidad de Leeds, creador del concepto de vida líquida, nos ofrece una convincente explicación de las cosas tremendas que bullen a nuestra alrededor, incluso de la orgía delictiva que atormenta a los países latinoamericanos. Al fin de cuentas, tanto los pibes chorros como las elites corruptas (las dos caras de una misma moneda) no son otra cosa que “consumidores imperfectos y frustrados”, salvajes creyentes de la religión de lo superfluo. Los shoppings son sus templos.

Este volumen, que encierra conversaciones de Bauman con el agudo Ricardo Mazzeo sobre la educación y cien temas más, no sólo resulta instructivo sino también inspirador y apremiante. El catedrático nos propone -al igual que el Papa Francisco- revisar nada menos que nuestra normalidad egoísta e irracional, destinada , como cualquier otro campo minado, a estallar en pedazos.

Guillermo Belcore




Calificación: Muy bueno

PD: Medítese sobre la siguiente idea:

 “La cuestión -y es una cuestión para la que aún no tenemos una respuesta convincente ni empíricamente fundada- es si las alegrías de la convivencia son capaces de reemplazar la persecución de riquezas, el placer de los bienes abastecidos por el mercado y la necesidad de aventajar siempre a los demás”.

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