Banana Yoshimoto
Tusquets. Novela, 182 páginas. Edición 2013
“…unicamente el vuelo de un pequeño corazón puede colorear el mundo”…
En algún punto entre la ficción de calidad y la literatura de supermercado se encuentra la producción de Banana Yoshimoto (Tokio, 1964). Ubíquela usted donde le plazca. En esta novela, publicada en 2005, se percibe con toda nitidez ese desalentador vaivén entre, por ejemplo, la profundad psicológica de los personajes y la pulsión de fastidiar al lector con sabiduría de pacotilla. Abundan -¡oh Dios!- las máximas de sobrecito de azúcar, tipo “en nuestra vida cotidiana vemos sólo lo que queremos ver”. Y las pseudorientales: “Un te bueno posee el suficiente poder de persuasión para cambiar a las personas”.
No obstante las ñoñerías y la prosa plana y casi desértica, el libro se va tornando entretenido con el correr de las páginas porque narra una historia de amor interesante. Vemos el proceso de enamoramiento entre dos personas excéntricas. La joven muralista Chihiro y el estudiante de genética, Nakajima. Se conocieron mirando por la ventana. Un universo entró en contacto con otro universo, puede que eso sea el amor.
Ella es la hija natural de la propietaria de lo que en mi barrio llamamos piringundín, en una pequeña urbe provinciana “donde cualquier bobada desata un río de habladurías”. El fue secuestrado de niño por una secta (problema urgente en el Japón de hoy) y, aunque logró escaparse después de unos años, le han quedado cicatrices muy dolorosas en el alma. Lo aterran las multitudes, la desnudez aunque inocente, el deleite del sexo. Su mundo siempre está teñido de negro. Con la ayuda de una pitonisa, Chihiro le enseñará a curar las heridas. Son concientes de que “forman una pareja tan débil que se diría que estábamos andando por encima de una capa de hielo y que, en cualquier momento, uno de los dos caería y arrastraría al otro”.
Contiene la novela otro agrado: atmósferas bien retratadas: “…en el aire flotaba la dulce languidez que sigue el sexo. Y esa languidez les confería a ambos un aire tierno y cansado. Yo, como niña, contemplaba esa atmósfera desde la cama y la encontraba maravillosa…”.
Guillermo Belcore
Calificación: Regular
PD: Los japoneses son un pueblo increíble. Celebran la ingesta de tofu hervido en caldo de algas konbu. ¡Puaj!
PD II: En este blog se comentan otras obras de Banana:
Yo de Yoshimoto nada más he leído NP, una novela mediocre. Considero que no alcanza solamente con personajes excéntricos, máxime si éstos están dibujados con una prosa normalita (y si encima a nuestra amiga le da por soltar frases memorables que condensan la milenaria sabiduría de un arriz, pues menos). Después leí unas cuantas páginas de Kitchen: no la solté, sino que se me cayó de las manos. Por lo que dices, no debo leer tampoco El lago. Saludos y espero que tengas un buen año.
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