Richard Ford
Anagrama, 515 páginas. Novela. Edición 2014Provocan las obras de Richard Ford una agradable sensación, la sensación de que se está en presencia de un auténtico novelista. A diferencia de esos plumíferos haraganes que nos roban el valioso tiempo, el escritor de Mississippi sólo trabaja con cuestiones trascendentes. En esta ocasión, aborda un misterio: por qué adultos medianamente inteligentes son capaces de convertir su existencia (y la de sus hijos, incluso) en un desastre. Por alguna razón, hay mucha gente que ansía hacer algo impresionante, sin medir las consecuencias. Ford también esboza una teoría sobre el destino y el carácter que refuta el espíritu de nuestra época cándida, en la que los conductistas van ganando la batalla cultural. Aunque nos duela pensarlo, existen los criminales natos.
Se narra en primera persona. Es la evocación melancólica de alguien que ha sufrido. Esa voz conmovedora ha sido comparada con la de Huckleberry Finn, nada menos. Dell Parsons tenía quince años cuando sus padres decidieron robar un banco. Pocos días después, la patética pareja de atracadores fue arrestada (la escena es tremenda) y al niño y a su hermana gemela se les cae el mundo encima. Dell se ve forzado a cruzar la frontera para no caer en las garras del Estado de Montana. En Canadá lo acoge un hombre siniestro. Debe presenciar asesinatos.
La lectura resulta francamente adictiva. Vuelan las páginas y uno pierde la noción del tiempo. Pertenece Ford a la formidable raza de escritores que sabe cómo cautivar al auditorio con una historia atractiva, dosificando la fuerza dramática, la información y el suspenso. Dejémonos de tonterías, ¿a quién no le gusta oír una buena historia? La prosa, con sus tersos y armoniosos párrafos, tiene un cadencia fascinante, una especie de música interna, diríamos. He aquí la única virtud primordial de la literatura, se ha sentenciado. Ford es un excelente hacedor de retratos y un artista de la palabra exacta. La traducción no obstruye, en ningún momento, la erótica de una obra magistral que corrobora que la novela oceánica, según el patrón decimonónico europeo, sigue viva y causando un intenso placer.
Guillermo Belcore
Publicada hoy en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa
Hola, Guillermo, ¿y el final? ¿no se te hizo menos que el resto, como si la 'vida ejemplar' del personaje no fuera demasiado forzada. Queda implícito el mensaje: tú puedes ser algo mejor a pesar de lo mucho que la vida estuviera planteada para darte por el culo. Y eso está dicho con demasiada insistencia, ¿no te parece? Y no digo con esto que esté mal.
ResponderEliminarVa un abrazo,
L.
Estimado L.:
ResponderEliminarSí, tienes razon. El final es menos que el resto. Pero el reencuentro con la hermana, a los sesenta y pico de años, no dejó de conmoverme. E interpelarme: nunca invertimos el tiempo necesario con nuestros seres queridos. Nos arrepentimos, demasiado tarde.
Abrazo
G.B.
¡Ah, Guillermo! ¡Tus "Excelente" son siempre tan tentadores!!!
ResponderEliminarPara no comprometer el bolsillo de los amigos y amigas de este blog, calificó con un Excelente a uno de cada veinte libros.
ResponderEliminarG.B.
Acabo de terminar este gran libro. Hacía mucho tiempo que no me atrapaba tanto una narración como esta. No podía dejar de leer. Que bueno que todavía existan libros así. Es muy reconfortante.
ResponderEliminarGuillermo... siguiendo tus recomendaciones de este blog y ante el síndrome de abstinencia que me ha generado Ford, con cual me recomendás que siga:
1-Limonov
2-Mi ángel tiene alas negras
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3- Calles y relatos de dixon?
Muchas gracias!
Estimado:
ResponderEliminarYo seguiría con 'Mi ángel tiene alas negras'.
G.B.