El moscardón imaginario XLIV
Internet y los suplementos culturales están infestados de enumeraciones superficiales, del tipo las “Veinte mejores novelas de este siglo“ o bien “Las cincuenta obras de ciencia ficción que no podes dejar de leer“. Son inútiles o perjudiciales, estableció hace más cien años Oscar Wilde. “La apreciación de la literatura es cuestión de temperamento no de enseñanza”, sostenía el genial irlandés en la deliciosa reflexión titulada Hay que leer o no leer. “No existe manual del aprendiz del Parnaso y nada de lo que se puede aprender por medio de la enseñanza vale la pena de aprenderse”, añadía. Pero recomendaba, en cambio, elaborar listas de los libros que no hay que leer nunca, entre ellos todo el teatro de Voltaire y todos los volúmenes de argumentación y aquellos en que se intenta probar algo.
La recomendación de Wilde no ha perdido sustancia pues hoy -al igual que a fines del siglo XIX- “se lee tanto que ya no tiene uno tiempo de admirar”. Por eso, después de una larga meditación que ha pasado revista a más de cuarenta años de lecturas, me animo a proponer un catálogo con 50 especies de libros que no vale la pena tocar ni con un palo a tres metros de distancia. A menos claro, que usted pertenezca a esa singular categoría humana que se solaza despilfarrando el tiempo. A saber:
1) Los libros que han recibido en este blog la calificación de “regular”.
2) Las novelas de Ricardo Piglia, excepto quizás Respiración artificial.
3) Las recopilaciones de artículos periodísticos que hayan sido publicados después de 1980, con la única excepción de La felicidad de los pececillos de Simon Ley.
4) Las obras menores de los grandes escritores como El sueño del celta de Vargas Llosa, o Los años de peregrinación del chico sin color de Haruki Murakami.
5) Las novelas en español que hayan ganado algún premio literario organizado por una editorial o un diario en los últimos treinta años (*).
6) Las novelas de Paulo Coelho y de Federico Andahazi.
7) Las novelas argentinas con menos de doscientas páginas donde no haya un estilo en juego.
8) Las biografías escritas por periodistas argentinos.
9) Las novelas escritas por periodistas argentinos.
10) Los libros de investigación periodística que se consiguen a los pocos meses en las mesas de saldo.
11) Los libros doctrinarios, siempre y cuando la doctrina no diga cosas necias, divertidas.
12) Las antologías de cuentos de escritores principiantes. Son fáciles de identificar, suelen denominarse la ‘Nueva Guardia’.
13) Los diarios de Abelardo Castillo y de Paul Auster.
14) Los diarios de aquellas personas sin malicia o a las que nunca le han ocurrido cosas interesantes.
15) La literatura de supermercado.
16) Las novelas de José Pablo Feinmann y de Alberto Manguel.
17) Los libros de autoayuda.
18) La literatura naif europea.
19) Los cuentos simplones de Banana Yoshimoto.
20) Las novelas de amor de Sandor Marai.
21) Los ensayos con ínfulas filosóficas de George Soros.
22) Todos los libros en general que no demanden una relectura.
23) Las novelas de Dan Brown, salvo El código Da Vinci, pero ésta abordada con intenciones sociológicas no artísticas.
24) Las novelas de los imitadores de Aira.
25) Las novelas de dos Premios Nobel: Herta Müller y J.M.G. Le Clezio.
26) Los libros de historia de Pacho O’Donnell y Felipe Pigna.
27) Las obras explícitas, aquellas donde los narradores se entrometen una y otra vez para pregonar un mensaje o para decirlo todo ("Solo los mediocres desarrollan cuanto tocan", sentenció Oscar Wilde).
28) Los ensayos a vuelo de pájaro, que no estén muy bien escritos.
29) Todo lo de Isabel Allende.
30) El 80% de lo que escribió Carlos Fuentes y Andrés Rivera.
31) Los libros de economía destinados a la gente que nada sabe de economía.
32) Las colecciones temáticas de cuentos (tipo “Cuentos de fantasmas”), a menos que uno sea un lector inexperto en busca de autores para seguir.
33) Las versiones abreviadas de los clásicos.
34) En general, aquellas novelas sin poética o filosofía o una historia cautivante.
35) Los libros puercos, con nada más que pornografía, entendida ésta en un concepto amplia que abarca la violencia y la codicia, además de las relaciones sexuales.
36) El género chick lit.
37) La literatura del yo contemporánea en idioma español, con la excepción de las obras de Enrique Vilas-Matas.
38) Todo lo de Jorge Bucay.
39) Los libros para adolescentes.
40) Aquella ciencia ficción que provenga de una imaginación pobre.
41) Las novelas cuya erótica sea incapaz de sobreponerse a una mala traducción.
42) Los libros para padres.
43) Los textos parásitos que, como si se tratasen de una hiedra venenosa, se enroscan en torno a un tronco noble. Por ejemplo, las obritas, más o menos amables, sobre Borges.
44) Las tesis o tesinas universitarias en formato libro.
45) El equivalente literario al rock chabón.
46) Las obras pueriles de Julio Cortázar como Último Round.
47) La poesía de Mario Benedetti.
48) Todo lo de Eduardo Galeano, a menos que hayas nacido después de 1990.
49) La poesía española del siglo XIX.
50) Las páginas que narren sueños.
PD: Obviamente, la lista está incompleta, por lo que la iré engordando conforme se me ocurran otros caprichos. Mucho agradeceré al lector del blog, su consejo y participación en el juego.
PD II: El señor Carlos E. Fernández me advierte en Twitter una excepción notable al punto cinco: Los detectives salvajes de Bolaño ganó el Premio Herralde en 1998. Tiene razón, Carlos. Es una de las mejores novelas que ha engrendrado América latina. Por otro lado, queda demostrado la inutilidad de establecer reglas sobre la creación literaria. Siempre habrá una excepción que nos escupa el asado.
Fabuloso!!!! Falta poner cualquier libro de los integrantes de Karta Abierta...
ResponderEliminarcomo va a ser una obra maestra "Los detectives salvajes"?, no digan disparates. atenti al punto 25, Le Clezio escribió alguna cosa antes de la jubilación. Vargas Llosa está bien... si le gustan los esforzados funcionarios. Vila Matas no es la excepción sino la regla. Castillo se quedó corto: abominable por entero.
ResponderEliminarEstimado Pancho:
ResponderEliminarEs verdad. He oído que las primeras novelas de Le Clezio son buenas. No me he animado a constatarlo, desanimado por sus soporíferas y pueriles novelas de la madurez. Con que no le gusta "Los detectives salvajes". De gustibus non est disputandum.
Abrazo. Gracias por escribir.
G.B.
Estimado Pancho:
ResponderEliminarEs verdad. He oído que las primeras novelas de Le Clezio son buenas. No me he animado a constatarlo, desanimado por sus soporíferas y pueriles novelas de la madurez. Con que no le gusta "Los detectives salvajes". De gustibus non est disputandum.
Abrazo. Gracias por escribir.
G.B.
Mi humilde aportación:
ResponderEliminar51. Casi todas las novelas escritas en prosa poética, que en realidad no son novelas sino pretextos para ponerse cursi y absurdamente trascendental.
52. Casi todas las novelas inconclusas que el viudo o viuda corrió a publicar no bien pasó a mejor vida el cónyuge escritor.
Por cierto, me uno a la discrepancia: nunca he entendido qué tiene de genial Los detectives salvajes.
Donardo
ResponderEliminarNada más cierto Guillermo, y ya que mencionamos al querido Cohelo, podríamos agregar que el agravio más grande que le hacen estos cristianos al mundo de las letras en general, es actuar a conciencia contribuyendo al embrutecimiento de un público que engañado se arroja a "consumir" lo que piensan es Literatura. Podríamos igualmente extendernos hasta el infinito en las obras a las que ni de casualidad se debería uno acercar, pero a mi parecer podría resumirse a esto: Toda aquella obra en donde el sujeto pensante que la ha creado ha olvidado dejar oculto en el texto los elementos con los cuales el lector deberá construir (no sin esfuerzo) una historia que, por lo general, se acerque aunque sea de lejos a los tres grandes temas de las letras: el amor, el origen y la muerte. De todas formas recomiendo un acercamiento periódico a todas las obras que aquí se han atacado, por contradictorio que suene, ya que es necesario recordar siempre y de manera fresca los entresijos y desatinos de estas monstruosidades para que, al volver a las grandes obras, las amemos aún más.
Estimado Donardo:
ResponderEliminarEstoy absolutamente de acuerdo con el punto 52, pero tengo mis dudas respecto al 51. Creo, como De Quincy, que el estilo es la encarnación del espíritu y, como Steiner, que la poesía y la filosofía son los valores primordiales de la buena prosa. El amaneramiento en la escritura, por otro lado, me resulta divertido. En fin, habría que pulir la idea.
Abrazo, gracias por escribir.
G.B.
Las 50 sombras de Gay, ¿en que punto quedaría?
ResponderEliminarA mi me encanto Plata Quemeda, que queres que te diga. Me podrias refutar, por favor. Querria ver argumentos en contra. Perdon por la defectuosa puntuacion, no funciona bien este teclado. Un abrazo.
ResponderEliminarDe acuerdo con todo, salvo que me sumo al no entendimiento de Pancho de la reputación de Detectives salvajes, y agrego el de la reputación de toda la obra de Bolaño en general. Creo que habla menos de sus virtudes que de la tremenda sequía contemporánea de no-apestosos escritores latinoamericanos. Y las tonterías pseudo pop de Vilas Mata me parecen aún peores. Agregaría a Cesar Aire en algún lado. Uno de los más grandes chascos de la lit argentina de los últimos tiempos. Alguien que dice 'primero publicar, después escribir', eso ya lo dice todo. Al menos no se le puede acusar de no practicar la idiotez que predica.... Martin
ResponderEliminarEstimado Prosanatos:
ResponderEliminarPodríamos incluirlo en el punto 36 (maduritas chick)o darle una categoría propia. No obstante, al no haberlo leído, debo abstenerme de opinar.
Abrazo
G.B.
Estimado Io:
ResponderEliminarEmpecé ese libro (lo compre en una mesa de saldos) y descubrí pronto que no era para mí. Puede que merezca una segunda oportunidad. Le creo. Y además una de las premisas de este blog es ésta: "De gustibus non est disputandum".
Abrazo, gracias por escribir
G.B.
Soy peruano y quizá por eso imparcial; no pondría a El sueño del Celta. Si me apuran, descarto "El elogio de la madrastra".
ResponderEliminarCreo que los libros para adolescente podrían servirle a los adolescentes; yo sentenciaría "los libros de adolescentes leídos por adultos".
Los libros de autoayuda, sin duda.
Desde luego que las versiones para niños de los clásicos las descarto: nuestros niños pueden leer al más alto nivel si se lo proponen.
Termino: descarto de plano un libro pirata.
No coincido para nada con lo de Piglia. Tampoco con lo de los sueños. Ya qud hablan de él, Bolaño fue un gran narrador de sueños. Recuerde el final (magistral a mi humilde juicio) de la parte de Amalfitano en 2666. Saludos.
ResponderEliminarCoincido en casi todo. En el caso de Piglia, preferiría "Plata quemada" (sacando el debate que hubo al rededor con el premio); creo que "Respiración artificial" envejeció mal.
ResponderEliminarHace tiempo que me llama poderosamente la atención la mirada que tenés con los sueños en la literatura; se me hace inevitable pensar enseguida en "El juguete rabioso" y en Bolaño y sus constantes sueños.
Saludos
Estimados Roberto y Bigote:
ResponderEliminarMe temo que la narración de un sueño (verdadero o ficticio) me resulta absolutamente aburrido. Lo considero un recurso trivial. Pero no me hagan caso, por favor. Es sólo una preferencia, o acaso un prejuicio.
Gracias por escribir
G.B.
Totalmente de acuerdo. Me sorprende que coincida en tantas.
ResponderEliminar¡Genial!
ResponderEliminarRompiendo promesas:
ResponderEliminarAnte todo, feliz día de periodista!!!!
Desde me trichera, "me pregunto qué diría usted", con respecto a todos os fatos polÍticos que vieneN sucediendo en los últimos mese, pero como usted es como siempre tan timorato, no emite opiones publicamente.
saludos.