miércoles, 13 de mayo de 2015

Pájaro del celda

Kurt Vonnegut

La bestia equilátera. Novela, 253 páginas, edición 2015.


Toda felicidad es religiosa
K. Vonnegut

Lee tus libros tal como un guerrero azteca devoraría el corazón de los enemigos valientes, trata de adueñarte de su magia, sugiere uno de los personajes de esta novela memorable. La magia de Pájaro de celda proviene del formidable sentido crítico del autor (que lo convirtió en su momento en ícono de la contracultura), de las reflexiones metafísicas y de la capacidad para inventar o reproducir historias. Añádase que estamos ante un narrador que siempre intenta ser didáctico, ya sea sobre las reinitas protonotarias (Protonotaria citrea), el idioma urdú (lengua austera y fea inventada en la corte de Gengis Kahn) o la infame ejecución de Sacco y Vanzetti. ¡Vive para aprender!, es uno de sus latiguillos. Y como si no fuese suficiente, el prólogo -escrito también por Kurt Vonnegut- tiene la excelencia de la novela misma.

La obra fue escrita en forma de autobiografía. Oímos a Walter Sturbuck, un pobre diablo, entenado de un millonario, graduado universitario, ex funcionario de F.D. Roosevelt que cayó en picada después de haber acusado de comunista a un amigo que le había robado a su novia. Décadas después, Richard Nixon se apiadó de él y le inventó un trabajo en la Casa Blanca. Fue a prisión, por causa del Watergate. Salió a los pocos años, pobre como una rata y un golpe de suerte lo convirtió en vicepresidente del conglomerado más poderoso de su país. Pero la mala estrella de Walter (la mala estrella de cualquier Don Nadie, mejor dicho) no le permitió triunfar fuera de la cárcel. No es ninguna vergüenza. Hay mucha gente buena que fracasa en el sistema de libre empresa.

Si la trayectoria vital de Sturbuck arma el esqueleto de la trama; la carne -es decir, lo más sabroso- consiste en la denuncia de la plutocracia americana, de una nación donde hacer dinero es la prioridad absoluta para todo el mundo. Vonnegut, un opinador compulsivo, reprueba la ética basada en la películas de vaqueros y se horroriza por los trágicos subproductos del capitalismo (los indigentes). Habla siempre en nombre de la clase trabajadora. Quiere demostrar un punto: los egresados de Harvard -quintaesencia del establishment- son la verdadera hez de la sociedad.

Jailbird fue publicado en 1979. Cinco años después, Vonnegut intentó suicidarse. Estaba deprimido y temía que los críticos “lo aplastaran como a un mosquito”.
Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Muy bueno

PD: Vonnegut es otro de esos autores que despiertan el apetito, es decir uno se siente obligado a agotar su obra. Un narrador tan exótico como fascinante.

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