domingo, 19 de julio de 2015

El bigote

Emmanuel Carrère

Anagrama. Novela, 179 páginas. Edición 2015

¿Sin la seducción del lenguaje (el estilo o la poética) o de las ideas (la filosofía, historia o psicología) qué le resta a la novela para resultar atractiva? La anécdota. Pero la anécdota debe ser muuuy interesante para que se justifique llegar al final cuando la prosa es sólo funcional y anodina. Por desgracia, no es éste el caso. La primera obra que publicó Emmanuel Carrère (París 1957) hace casi tres décadas pudo haber sido un buen cuento, pero el autor se empeñó en convertirla en nouvelle. Pecado de diletante.

El relato exprime hasta la última gota uno de los procedimientos más gastados por la literatura francesa contemporánea (y profusamente copiado en Buenos Aires): el escrutinio neurótico. Una noche de cristal que se hizo añicos, un joven arquitecto -exitoso miembro de la elite- decide afeitarse el bigote que supuestamente lo caracteriza. Pero la esposa amada no se percata del cambio sísmico. Tampoco una pareja amiga. ¿Confabulación o monólogo de un demente? Cuando por fin Agnés es indagada, en medio de una riña tormentosa, la esposa jura que allí nunca hubo pilosidades. ¿Cómo puede ser? ¿Quieren volverlo loco? ¿Matarlo? El narrador se zambulle en un espiral de degradación que culmina en horror y que no viene a cuento aquí develar.

Este juego narrativo, francamente inane, fue muy elogiado por la prensa francesa en su momento, a tenor de lo que puede leerse de la contratapa. De gustibum non est disputandum. Pero hay que recordar que es un mal hábito de los sellos editoriales reimprimir obras menores de autores que han logrado seducirnos con un buen libro. En este blog se ha aplaudido Limonov. Es un buen punto de partida para conocer a Carrère. Empezar con El bigote, en cambio, puede inducir a los lectores a nociones equivocadas.

Guillermo Belcore
Publicado en el Suplemento de Cultura de La Prensa

Calificación: Regular


PD: Sólo un juego de palabras.

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