lunes, 11 de junio de 2018

Los ojos vendados

El sello Seix Barral ha juzgado oportuno reimprimir la primera novela de Siri Hustvedt (1955), prolífica escritora y conferencista estadounidense. Los ojos vendados (237 páginas) fue entregado por primera vez a la imprenta en 1992. Le llevó seis años terminarlo a su autora. Ha recibido buenas críticas y se nos informa que se tradujo a diecisiete idiomas.

Como suele ocurrir con los primerizos, Hustvedt hace uso de lo que tiene más a mano; es decir en la obra incluye un copioso material autobiográfico. La narradora se llama Iris (Siri al revés), quien -como su creadora- es alta, delgada y rubia; proviene de un pueblo de inmigrantes noruegos de Minnesota; estudió letras en la Universidad de Columbia; sufrió períodos de estrechez económica (por no pedirle ayuda a los padres); y pasó una temporada en un hospital por unas migrañas devastadoras.

La novela es tan original como defectuosa. Los primeros tres capítulos fueron compuestos como si de relatos independientes se tratase; el cuarto añade otra historia y da un nuevo sentido a los demás. Piénsese en un palacio de muy ingeniosa arquitectura (recién se entiende el conjunto al finalizar la visita), pero casi todas sus habitaciones son glaciales, desangeladas o demasiado convencionales. No se han utilizado materiales de construcción de primera categoría.

Iris es una heroína tan neurasténica como las protagonistas de las novelas del siglo XIX que ha estudiado en la universidad. Se engancha, primero, con el pelmazo (y buen mozo y amante) de Stephen y luego con Michael, uno de los profesores eminentes de Columbia (casado y con hijos). La primera relación la conduce al infierno de las jaquecas; la segunda a la locura de un hermafroditismo de cotillón, como consecuencia de haber traducido al inglés una obra perdida de un escritorzuelo víctima de los nazis.

También le han causado cicatrices una extraña foto artística que le tomó un amigo de Stephen y un empleo extravagante como ayudante de investigación: para una especie de biografía, un sospechoso plumífero de tres al cuarto le encarga describir con susurros objetos de una mujer asesinada.

El problema con la trama es que más que una desintegración de una psique (lo que siempre resulta interesante en una novela), se trata de una cadena de estupideces de una joven frágil, que pertenece a una aburrida tribu. Acaso, lo mejor del texto sean las referencias cultas. Al apasionado por la literatura no le resultará difícil identificarse con pasajes como éste:

"-Me aliviaría enormemente que por una vez dejara los libros fuera de esto. 
-Puedo intentarlo, pero ellos se entrometen como un tic, uno después de otro, retumbando en mi cabeza, toda esa gente, toda esa charla. Aquí dentro hay un manicomio- Se señaló la cabeza y sonrió".

Con perspicacia, Iris-Siri establece que la bulimia libresca cumple la misma función que el fanatismo religioso o político, las drogas, las conquistas sexuales o la persecución del dinero: llenan un vacío. Falta algo en tu interior y tienes que llenarlo.

La prosa, por último, es tan elegante como fría. Es decir, es correcta, pero nada más que correcta. He aquí una oración idiosincrásica: "Era un amante intenso, y su celo creaba en mí una nueva sensación de mi propia otredad". Difícil conmoverse. Estamos pues ante una de esos fast book que parecen específicamente creados para el Círculo Púrpura, es decir la influyente y estéril comunidad de intelectuales de Occidente que un concepto mantiene aferrada por el cuello y le impide reflexionar: la corrección política. Les encantará también a quienes consideran vital la llamada perspectiva de género.

Hay que decir que Siri Husvedt es la esposa de Paul Auster. El hecho no tiene ninguna importancia para justipreciar la calidad de Los ojos vendados, excepto para mofarnos de la idiotez de cierto crítico alemán que llegó a decir que esta novela había sido escrita, en realidad, por Auster.
Guilllermo Belcore

Calificación: Regular

PD: Aquí se comenta, no sin decepción, otra novela de la señora Hustvedt: http://labibliotecadeasterion.blogspot.com/2011/12/el-verano-sin-hombres.html

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