La señorita Kristen Roupenian ha recibido por sus primeros dos libros 1,2 millón de dólares en concepto de adelanto editorial. También vendió, suponemos que por una jugosa suma, los derechos televisivos de uno de ellos a HBO, que planea filmar una serie. ¿Estamos ante otra estrella rutilante de la literatura estadounidense? La atenta lectura de Lo estás deseando (Anagrama, 283 páginas) no provoca esa impresión.
Hay dos cuentos buenos o muy buenos y otros dos aceptables de un total de doce; el resto son regulares o directamente malos, como aquellos donde se introduce, sin la menor gracia, un elemento fantástico. La prosa no es nada del otro mundo, aunque en sus mejores momentos ostenta elegancia y un humor inteligente y delicado.
¿Por qué sobresale Roupenian de la manada, entonces? El volumen incluye Un tipo con gatos, publicado en diciembre de 2017 en The New Yorker. En una semana se convirtió en la ficción más leída de todos los tiempos de la prestigiosa revista y abrió un debate global, a horcajadas del movimiento #MeToo.
QUE BUENA HISTORIA
Oportunismo cultural más la propia naturaleza de las redes sociales, que pueden convertir en fenómeno de masas materiales de la más diversa calidad, son dos de las razones que explican la colosal popularidad del texto. La tercera es que la joven escritora estadounidense ha escrito una buena historia que empalma con las angustias de millones de seres humanos que cada fin de semana concertan, esperanzados, una cita romántica con un desconocido.
Si la ansiedad del varón pasa por gustar y no convertirse en víctima de burlas o desprecio, en el caso de las mujeres se suman los temores de que el hombre no sea un malvado o un demente que le produzca daños físicos o hasta la muerte. El cuento deja el punto en claro.
Un tipo con gatos nos presenta a Margot (20 años) y a Robert (34 años). Ella, estudiante universitaria, vendía pochoclo en el cine arte. Allí se conocieron. Después de un breve coqueteo digital, llega la temida primera cita, una noche de cristal que se hace añicos, diría Solari. Aterriza Margot en la cama del inseguro, torpe y con tendencia a fofo Robert (en realidad no había más que un canapé y un colchón) para cumplir una fantasía ególatra y por culpa de esa cuota de estupidez que todos llevamos encima. ¿Hace falta recordar que ciertas situaciones, además, adquieren impulso propio?
Consumado el desagradable sexo, la chica se hunde en el asco. Se siente como "una babosa sobre la que han vertido sal". Días más tarde, el gigantón recibirá un mensaje lapidario por WhatsApp: "No me interesas, deja de escribirme". Le cae, como suelen caer esas rupturas sin contemplaciones.
La comunidad de internautas polemizó ampliamente sobre las motivaciones y actos de la frívola Margot. Se escribieron artículos indignados. Conectó el debate con la valerosa lucha del feminismo racional. Roupenian fue elogiada, insultada y se hizo famosa, lo que en Estados Unidos significa que se hizo rica. Todo por una buena historia de ficción. ¿No es maravilloso el capitalismo?
DINAMICA DE PODER
Los mejores cuentos de Roupenian, en rigor, son aquellos donde se explora una dinámica de poder entre los sexos. Es el caso de Un buen tipo (¡sesenta páginas!). El canalla de Ted es el personaje más interesante del libro; ha encontrado un truco infalible para seducir -y a la postre causar daño- a esa clase de mujeres derrotadas, de treinta o cuarenta años, que terminan conformándose con encontrar un compañero no muy atractivo pero de buen corazón, que no las haga sufrir como el amor de mi vida que habían perseguido sin suerte. Hilvana el texto una genealogía de la neurosis de Ted.
Digno de mención es el escalofriante Look at your game, girl, en la que una niña de doce años traba relación en un parque con un indigente mayor de edad, admirador de Charles Manson. Y no deja de tener encanto, El chico en la piscina con una divertida despedida de soltera.
El resto -como se dijo- bascula entre lo inane y lo desagradable (cuando no, lo nauseabundo). Uno puede concluir que la autora comete, con harta frecuencia, el pecado de la sobreactuación literaria, en su afán de ser admirada por la elección de temáticas retorcidas.
Otro caso: En el curriculum vitae que publicó en la página de la Universidad de Harvard, Roupenian dice que pasó dos años en Kenia con el Cuerpo de Paz enseñando educación sanitaria, a tiro de piedra de la frontera con Uganda. Una mina de oro a priori para cualquier escritor, pero esa fuerte experiencia ha engendrado, por ahora, sólo un texto flojo: El corredor nocturno.
Hay que decir, por último, que la colección de cuentos que llegó a nuestras manos fue impresa en la Argentina, pero la traducción es castiza. Hay, para quien esto escribe, un agrado en ir rearmando las frases con vocablos, modismos, giros del Río de la Plata. No obstante, algún lector puede sentirse fastidiado por esa profusión de empollones, pollas, gilipolleces, chollos, folladas, etc. ¡Qué obsesión la de los españoles por las palabras y las palabrotas con elle!
Guillermo Belcore
Calificación: Regular
Bueno, tal vez el único mérito de los textos es que reflejan con su fealdad la fealdad de la vida de los fracasados no? De todas formas, al librito y a su autora es evidente que le esperan el olvido total.
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