Por Joselin Guillois
Edhasa. 207 páginas
Entre los héroes franceses que resistieron al nazismo, bien merece un homenaje en letra impresa Jacques Jaujard, director de los museos nacionales. Con ingenio y tesón, dispersó por la Francia remota miles de tesoros del Louvre, entre ellos La Gioconda. Impidió así que, después de la derrota, el Gran Arte cayera en las manos ávidas y brutales del enemigo. Una novela escrita en 2020 por el debutante Josselin Guillois (1986) evoca aquella sombra corajuda "que arriesgó su vida por una sonrisa pintada hace cuatrocientos años".
Louvre hilvana los diarios de tres mujeres vinculadas a Jaujard: Marcelle Jaujard, la esposa (París 1939); Carmen Leloup, la sobrina (Castillo de Chambord, 1940); Jeanne Boitel, la amante y agente de la Resistencia (París, 1942). Hay un déficit de invención en el autor: las voces son muy parecidas; la adolescente Carmen reflexiona y escribe como una persona madura. Otro vicio es que el autor sucumbe a la tentación de las listas, le inflige al lector catálogos de obras salvadas o arrebatadas, pero como entremezcla ficción con realidad, uno descubre que una joya atribuida a Matisse en realidad fue compuesta por Picasso (no obstante, hay un agrado en buscar y observar en Internet esos cuadros y esculturas eminentes).
Básicamente, Guillois, profesor de escuela secundaria, ha querido unir la fenomenal Operación Masa Crítica, fuga del patrimonio del Louvre, con las zozobras de tres mujeres. Vale decir, la deriva de La victoria de Samotracia más la angustia por buscar sin suerte el embarazo, por la primera menstruación, por un aborto y el adulterio. El conjunto es desparejo; son las reglas del inexperto.
La prensa francesa ha elogiado la minuciosa documentación, la elegancia y nitidez de la prosa, el delicado erotismo (¡oh!, las modelos de Boucher!). Esta columna cree que Guillois no muestra talento para la écfrasis y reprueba la falta de ambición del autor para edificar una colosal novela histórica (el tema es fascinante), pero aplaude, entre otros aciertos, la reconstrucción de los pérfidos Alfred Rosenberg y Herman Göering como personajes. Definitivamente, el último tercio del libro es el más sabroso.
En la página sesenta y nueve, Guillois aporta una reflexión histórica digna de mención. La Francia que se alzó contra la depredación del invasor teutón es bisnieta de la Francia del pillaje napoleónico. El Emperador saqueó toda Europa (especialmente Italia); como Hitler, deliraba con crear el Museo Más Grande del Mundo. Lo logró. Esa maravilla se llama Louvre. Notable frase: "Puesto que es el vencedor el que mejor sabe gozar de la belleza".
Guillermo Belcore
No coincido para nada con esta crítica burda y malintencionada.
ResponderEliminarLean Louvre, es un novelón.