jueves, 10 de marzo de 2022

Solo integral

 


La democracia, allí donde funciona bien, se asienta sobre un trípode. Capitalismo para la producción de bienes y tecnología; socialdemocracia en lo tocante a la redistribución y protección social; liberalismo para las creencias y costumbres. Los tres pilares deben ser de la misma altura, de lo contrario pierde su equilibrio el conjunto por el lado de la justicia o de la libertad.


El trípode democrático es una de las espléndidas ideas que que trae el libro más reciente de Fernando Savater: Solo integral (289 páginas, Ariel). El sello editorial lo promociona en la Argentina como un "destilado de su pensamiento".


Nacido en San Sebastián en 1948, Savater es uno de los polígrafos más útiles y estimulantes de la hispanósfera. Odiado por la izquierda radical (qué mejor carta de presentación que ésta) y desdeñado por los esnob de la academia a causa del carácter semiprofesional de su obra (aunque es un éxito de ventas), el pensador es una voz indispensable para todos aquellos que creemos que la sociedad abierta es un proyecto inconcluso aquí, aún no se ha establecido allá, o bien está acullá bajo fuego intenso por parte de sus enemigos de siempre. Por eso, un ensayo de Savater siempre será bienvenido.


En esta ocasión, se han recopilado sesenta y tres artículos breves que reprodujo el diario El País de Madrid entre 2014 y 2020. Una columna de trescientas palabras (lo más breve que publicó en su vida) que participa del arte del panfleto, la crítica literaria y la autobiografía; y que obró como bálsamo para un alma atribulada por la muerte de su esposa.


ELEMENTO NOVEDOSO


Hay un elemento novedoso en el libro. El autor añadió a fines del año pasado a continuación de cada una de las columnas un comentario de idéntico largo "a modo de reflejo en el lago del presente para prolongarla o desmentirla"". Llamó Savater a este juego intelectual Col tempo, en alusión a un cuadro atribuido a Giorgione, que exhibe la Academia de Venecia: ""una anciana devastada por la edad pero que fue y aún sigue siendo bella... a su manera".


Cada entrada se titula con una palabra. Veamos una de las mejores: "Imbéciles". No es novedad afirmar que Savater se distingue también como maestro de lecturas. Sugiere en este capítulo La imbecilidad es cosa seria de Maurizio Ferraris, donde se define dicha enfermedad endémica de nuestra especie de la siguiente manera: "Ceguera, indiferencia, hostilidad a los valores cognitivos, más extendida entre quienes tienen ambiciones intelectuales". La descripción es perfecta, ¿verdad? ¿No encontramos hoy entre la intelectualidad argentina la colección más peligrosa de imbéciles?


Como si se tratase de perlas negras, la recopilación periodística va engarzando a los imbéciles más peligrosos de nuestro tiempo: los fanáticos de la identidad, de la corrección política y de tratar a los animales como humanos (y viceversa); los separatistas catalanes y vascos; los nihilistas blancos; los enemigos de la Constitución; los que celebran a los terroristas como héroes populares; los progres que creen tener el monopolio de la virtud; los extremistas, en especial los Viejos Revolucionarios.


En la página ciento diez, Savater insta, como un acto de salud mental, a odiar el terrorismo, la tortura, la pena de muerte, la intolerancia frente a la libertad de expresión. Su visión es la del iluminista tardío que ha aprendido que "la suposición de que los seres humanos nos regimos habitualmente por la razón utilitaria es una visión demasiado optimista". Su inspiración se llama Immanuel Kant, el de la paz perpetua y la ética cosmopolita. "Todos somos ciudadanos del mundo", sería la premisa ("Todos somos hijos de Dios", decimos los cristianos).


En cuanto a la política real de España, Savater se lamenta por el hundimiento de Ciudadanos y confiesa que la otra causa militante que ha abrazado es la del Partido Radical de Marco Panella y Emma Bonino, un alarde de originalidad "plenamente europeo". Entre Vox y Podemos, prefiere al primero, pero aclara que no votaría a ninguno de los dos.


Otro agrado que tiene el libro es que permite trazar cien analogías. Por ejemplo, los anatemas de Savater a los ""fantoches de Podemos"" le calzan como anillo al dedo a los líderes de La Cámpora. Su repudio muy bien argumentado al fervor identitario y al fanatismo de la identidad nos da argumentos contra las feminazis y los maputruchos. Al fin y al cabo, el populismo de izquierda y las psicopatías políticas son igualmente nefastas en cualquier nación donde asomen su fea máscara.


Nos deja Savater un mensaje imperioso en estos tiempos peligrosos por un tirano moscovita: "Es imprescindible movilizarse contra lo aborrecible".

Guillermo Belcore


Calificación: Bueno

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