sábado, 26 de septiembre de 2009

El último Dickens

Matthew Pearl
Alfaguara. Novela, 500 páginas. Edición 2009

Matthew Pearl (Nueva York 1975) ha encontrado un filón interesante. Cultiva con éxito de ventas y dudoso valor artístico el llamado thriller literario. Compuso tres novelas, todas ambientadas en el siglo XIX y con grandes escritores como protagonistas. La primera (El club Dante) fue bien recibida por la crítica estadounidense, pero a la segunda la hicieron pedazos. Llega ahora al castellano su última obra que explora los misterios el más popular escritor de su época.


Pearl nos pasea por tres escenarios: Boston, Londres y Calcuta. Acaba de concluir la Guerra de Secesión. Charles Dickens es una figura legendaria. Se lo conoce como El Gran Hechicero, El Jefe, El Inimitable. Sus libros se convierten en realidad para cualquiera que los lea, desde Su Serena Majestad hasta el último palurdo del East End. Asistimos a la histórica gira por Estados Unidos. Pero una mañana de 1870 asalta a sus editores de Nueva Inglaterra la terrible noticia de su muerte. Ha dejado inconclusa una novela por entregas (El misterio de Edwind Drood). La supervivencia de la casa editora Fields, Osgood & Asociados depende de hallar ese manuscrito perdido donde, supuestamente, Dickens bosquejó el final del folletín. El problema es que una mano oscura está dispuesta a todo para rapiñarlo. Aparece un asesino de bigote poblado y turbante marrón. Paralelamente, se narran las peripecias en India de uno de los hijos del escritor.

El libro seduce por su excelente reconstrucción histórica. Pearl tiene talento para el pormenor significativo. El machismo de la sociedad decimonónica, la despiadada competencia editorial en la era previa al copyright (¡cuidado con los bookaners!), el repugnante consumo de opio son algunos de los cautivantes subtemas. En lo que al estilo se refiere, el autor ha buscado emular los defectos de Dickens, no sin encanto. Da la impresión, empero, de que no se tomó el tiempo necesario para pulir el texto. La adjetivación es deficiente y la construcción de las escenas de acción, francamente deplorable. Pese a ello, la trama nunca aburre y se llega al final con placer y provecho.
Guillermo Belcore
Publicado en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata del 27/09/09

Calificación: Bueno

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