sábado, 19 de septiembre de 2009

Vivir afuera

Rodolfo Fogwill
El Ateneo. Novela, 397 páginas. Edición 2009. Precio aproximado: 67 pesos.

Sexo, drogas y corrupción. En dosis enormes; revulsivas a menudo. Esa es la carnada para la gilada de las oficinas o de las aulas de Filosofía y Letras. Para los lectores más exigentes, un océano lingüistico: el habla de las minorías, la vehemencia de una palabra, el poder hipnótico de una buena historia, los mitos urbanos, frases perfectas que suelen durar un párrafo, diálogos sucios, espiritualidad a su manera, relatos paralelos. Esa potencia estética es lo que convirtió en obra de arte a Vivir afuera, publicada por primera vez en 1998.

En estos días, el periodismo casi endiosó a Rodolfo Enrique Fogwill (1941) so pretexto de la reimpresión de sus obras. Fogwill, el personaje mediático -ese simulacro de la personalidad como decía Baudrillard- es especialmente propicio para la hipérbole. Este blog no quisiera aburrir con otro ditirambo, sino dejar testimonio de la excelencia de una novela.

Se narran las historias convergentes de un narco perturbado que combatió en Malvinas, su novia del suburbio bravo, una prostituta viciosa, un lobbysta perspicaz y un virólogo judío obsesionado con el sida. Son apenas seis horas de acción, pero la delicada alternancia entre sueño, memoria y realidad dilata el tiempo.

El progresismo sentenció que nadie ha desollado a la Argentina menemista como este texto. Los personajes, en efecto, nadan en un caldero sórdido donde se cuecen políticos, empresarios, policías y evangelistas. ¡Cuanta degradación! Pero confinar a Fogwill al papel de sociólogo panfletario es hacerle un flaco favor. Moralista no convencional, se luce aquí, sobre todo, como un entomólogo implacable que nos deleita con precisas descripciones de las cucarachas que viven para fingir o para hacer dinero. Y también como un habilísimo orfebre que ha comprendido que la forma (Hegel dixit) tiene una eficacia y una autonomía propia.
Guillermo Belcore
Esta reseña se publica en los suplementos de Cultura de La Prensa y La Capital de Mar del Plata, el domingo 20 de septiembre.

Calificación: Muy bueno

2 comentarios:

  1. No he leído esta novela de Fogwill; me parece que no se consigue fuera de Argentina. Habrá que buscarla de alguna forma.

    Para mí la novela menemista por excelencia era El traductor, de Benesdra, pero ni siquiera sé si de verdad se ubica en ese célebre periodo de la historia argentina.

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  2. Querido Pustulio:

    Gracias. No he leído 'El traductor'. Pero me pongo en campaña para conseguirla. Ojalá, alguna editorial nos lea y la reimprima. Sospecho que no merece el olvido.

    En esta linda mañana de domingo he leído comentarios muy interesantes en Internet sobre el libro, a quien le han encontrado ecos, incluso, de Robert Musil. ¡Seiscientas páginas de realismo descarnado! Me conmueve la triste historia del psicólogo Benesdra. El suicidio de un hombre inteligente a los 43 años siempre es conmovedor.

    Le agradezco el dato
    Mis respetos
    G.B.

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