Juan Carlos Onetti
Beatriz Viterbo Editores. 163 páginas. Precio aproximado: 45 pesos.
South Bend es una pequeña urbe de Indiana famosa por albergar -hasta su ruina en 1963- la sede de la automotriz Studebaker. Inmigrantes polacos y alemanes han definido su identidad. Una plácida ciudad del Medio Oeste como cualquiera, si no fuese por la católica Universidad de Notre Dame. Allí, confirmando el poder del dinero y la excelencia de la educación estadounidense, se guardan sesenta y siete cartas que el colosal Juan Carlos Onetti dirigió al distinguido crítico Julio Payró entre 1937 y 1955. El profesor uruguayo Hugo Verani editó ese feliz epistolario. Lo enriqueció con un estudio preliminar y notas oportunas. El libro es una verdadera maravilla.
Habla un escritor en ciernes, joven y jovial, anhelante de afecto y orientación. Sus reflexiones permiten comprender la rara poética del mejor novelista del Río de la Plata. Se develan dos claves: una pasión rabiosa por escribir y el poder de las influencias (sí, Harold Bloom tiene razón, la Gran Literatura no es otra cosa que el juego de las influencias eminentes). Verani prueba que Gauguin y Cezanne ayudaron a Onetti a crear una variante no convencional de realismo. En 1937, escribió: “casi todo lo que he aprendido de la divina habilidad de combinar frases y palabras ha sido en críticas de pinturas”. También recibió la impronta de Proust y Joyce y, finalmente, la decisiva de Faulkner. “Claro que hay 4657849 tipos que escriben mejor que yo, pero en la clase de cosa que quiero hacer mis rivales están en U.S.A”, explicó en 1941 a su amigo. Una brevísima digresión: ¿Cuáles son las influencias de los narradores en español menores de cuarenta años? ¿A quiénes leen, qué arte ven o escuchan?
El libro encierra brillantes exhibiciones de estilo, ideas excelentes y hasta un microcuento que se reproduce a continuación: “El rey David se acostó con una niña para volver a ser joven y fracasó porque el procedimiento para reconquistar lo único envidiable de la adolescencia -la limpieza del alma, la virginidad de las sensaciones, el desinterés- consiste en no acostarse con una niña”.
Guillermo Belcore
Publicado hoy en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa.
Calificación: Muy bueno
PD: Onetti dijo: "Soy un tipo que escribe y punto". Ortega y Gasset notaba hace mucho mucho tiempo que los argentinos no quieren escribir, quieren ser escritores. Sé de lo que habla: me pasa todo los años con las nuevas camadas de recibidos en periodismo o letras que irrumpen en las redacciones: no quieren hacer periodismo, quieren ser periodistas.
Estimado Guillermo:
ResponderEliminarGracias por hacerme conocer este libro sobre Onetti. Me interesa en particular la poco estudiada (a mi parecer) relacion entre Literatura y pintura. ¿Hay algún libro sobre el argumento que me puede aconsejar?. Sobre el fuerza inspirativa de la pintura y su relación con el realismo le dejo una frase del grande Francis Bacon, para mi el mejor pintor de los ultimos 50 años:
"Cuando voy a la National Gallery a mirar una de esas grandes pinturas que me excitan, no es tanto la pintura que me excita sino el hecho que ella abre dentro de mi todo tipo de valvulas de sensación que me zambullen de nuevo en lo real con mayor violencia"
Cesar
A mí por lo general no me gustan los libros de cartas, pero ese microcuento me convenció.
ResponderEliminarGracias por la reseña.
Querido César:
ResponderEliminarGracias por la cita. Permíteme pensar un poquito. En principio, me atrevo a sugerirte la novela "Un pintor de hoy" de John Berger (en abril de 2008 subí la crítica).
Este acerado escritor inglés ha bosquejado también algunos ensayos interesantes sobre artes plásticas en "Cada vez que decimos adiós" (Ediciones de la Flor, 1991).
Recuerdo, finalmente, que Ernest Jünger también ponderó pinturas en sus sabrosas memorias. ¡Ah! Y Kundera en sus ensayos.
Un abrazo
G.B.
Gracias Guillermo. Leer Berger es uno de mis tantas deudas hacia el arte y la literatura. De Kundera no me acordaba voy a releer sus esplendidos ensayos!
ResponderEliminarPerdonenme la forma en que me expresaré: pero ese maldito libro es una puñeta encontrarlo. No lo encuentro ni en la Biblioteca Nacional de España y es casi como decir que en Europa no se va a encontrar. No entiendo el porqué.Estoy tan ansioso de echarle un ojo que me da urticaria e intestino irritable.
ResponderEliminarQuerido Juan:
ResponderEliminarVéngase a BsAs, amigo. El cambio lo favorece. Tráigase una maleta vacía para llenarla de libros... Se me ocurre, como opción, que tome contacto con la editorial Beatriz Viterbo, quizás envíen a domicilio.
Un abrazo, gracias por escribir
G.B.