sábado, 8 de diciembre de 2012

El insólito peregrinaje de Harold Fry


Rachel Joyce

Salamandra. 333 páginas. Novela, edición 2012


Una persona normal y corriente debe intentar, una vez en la vida, hacer algo extraordinario, aunque no pueda explicarlo de un modo racional. Lo que el mundo necesita es menos lógica y más fe. Tenemos que aprender a soltar amarras. Debes desprenderte de las cosas que crees imprescindibles, como la tarjeta de crédito. Enfrenta a tus flaquezas y supéralas.

Pamplinas como éstas, típicas de los manuales de autoayuda, propone la primera novela de la actriz y dramaturga Rachel Joyce, obra muy celebrada por la crítica y éxito de ventas en la vieja Inglaterra. Para quien esto comenta, no existe nada más insustancial que la sabiduría de pacotilla, pero puede que alguien se sienta reconfortado con la simplicidad; hay de todo en la viña del Señor. Puede incluso que el melodrama, las ñoñerías, la irrealidad que bascula entre lo inane y lo delicioso, las descripciones sosas no les resulten exasperantes a algunas almas candidas. El libro, por cierto, es ideal para las personas que escapan de las densidades temáticas o estilísticas y que buscan una historia francamente divertida con algunas cucharadas nutricias de sátira y denuncia social.

El jubilado Harold Fry, solemne y aburrido como sólo un inglés puede serlo, recibe una carta de despedida de una ex compañera de trabajo, con quien había establecido cierta amistad hace veinte años. Queda estupefacto: la mujer tiene cáncer, agoniza a mil kilómetros de distancia. Ante la mirada desdeñosa de su esposa Maureen, el hombre de sesenta y cinco años sale a enviarle una respuesta pero pasa de largo de los buzones y oficinas de correo. Decide ir a ver a Queene, caminando con lo puesto de una punta a la otra del país. El peregrinaje es un viaje de revelaciones, de autodescubrimiento, de crecimiento espiritual y degradación física, en el que va reconciliándose con su terrible pasado. Harold conoce a decenas de personas desesperadas como él; se convierte en una efímera celebridad nacional. Hay un escalofriante giro en el último tramo. Dicha sorpresa es lo mejor de una novela que si bien predica la ruptura y la originalidad, resulta abrumadoramente convencional en el planteo y la forma.

Guillermo Belcore
Publicada en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa

Calificación: Regular

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