viernes, 7 de junio de 2013

La gran ventana de los sueños

Fogwill

Alfaguara. Autobiográfico, 135 líneas. Edición 2013.


“Y nunca pude concebir forma alguna del goce que no integre los indispensables ejercicios de imaginar y de pensar”.
 
Fogwill

Pocas cosas son más insustanciales en literatura que la transcripción de un sueño. Aburre tanto el déficit de invención (es dejar que la conciencia haga el trabajo duro) como el realismo inane. Por fortuna, el enorme Fogwill (1941-2010) no se limitó a esa fruslería sino que encadenó en sus registros de sueños una sucesión de pensamientos que corroboran su pasmosa lucidez y el fulgor poético de una prosa gratísima al oído. Puede que el maestro Steiner tenga razón, y el lado musical del estilo sea, tal vez, lo esencial de cualquier escritor.

Es una pésima costumbre hurgar entre los papeles de un muerto. Se nos replicará con un nombre eminente: Max Brod. Un caso entre mil, les responderemos. Aquí se explica que “la edición de este libro responde a la última versión de las varias halladas, con leves variantes, en su computadora y en las de algunas de las personas a quienes se lo envió”. Es una obra inconclusa y, por alguna razón, Fogwill no se sintió obligado a publicarla en vida. Pero, bueno… sirve como complemento a la vasta producción de uno de los pocos artistas imprescindibles de la Argentina decadente.

El volumen atrapa con los datos biográficos y los pronunciamientos sobre la comedia humana. Borges no está lejos de las páginas más inspiradas. Abundan los planteos ingeniosos. Verbigracia: “¿el encierro frente a una pantalla es parte del espacio del sueño…?” Fogwill el filólogo, es uno de los agrados del libro. El capítulo Bajamares, infestado de jerga de marinería, corrobora el placer que sentía el autor (fácil de compartir) por la sonoridad de las palabras. La masturbación era otra de sus aficiones confesas. Hay en las páginas psicoanálisis al uso y pasajes con auténtica poesía. Obsérvese esta linda aliteración: “verdadero verde visto”. Los recursos expresivos de Fogwill son los de un gran estilista, pero uno muy inteligente. Decía que “la ventaja de olvidar los sueños es sustraerlos definitivamente del ridículo de su circulación social”.

Guillermo Belcore
Esta reseña (sin la cita y la PD, por supuesto) se publica en el Suplemento de Cultura del diario La Prensa de este fin de semana.

Calificación: Bueno


PD: Plantea Fogwill (el fantásticamente incorrecto Fogwill) una perplejidad de los varones. ¿Por qué ciertas mujeres (sino la mayoría, sino todas) asumen la masturbación masculina como una agresión, un desdén, difícil de perdonar? Vaya a saber.

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