martes, 10 de septiembre de 2013

Robinson

Muriel Spark
La bestia equilátera. Novela, 221 páginas. Edición 2013.

Un avión se estrella en una isla volcánica que ni siquiera figura en los mapas. Sobreviven algunos pasajeros. Traban ligazón con lugareños de curiosas costumbres. Escasean las provisiones. El día del rescate es incierto; la situación se vuelve tensa. Ocurren hechos de sangre; suceden cosas asombrosas, acaso sobrenaturales. Nadie puede estar seguro de nada, incluso de dónde termina aquello que conocemos como realidad.

No, no estamos hablando de la serie Lost, esa fruslería de J.J. Abrams cuyo final dejó a todo el mundo insatisfecho. Se trata del argumento resumido de una novela espumosa y divertida que Muriel Spark (Edimburgo 1918-2006) escribió hace más de medio siglo. No ha perdido un gramo de frescura. El goce está intacto.

De la señora Spark puede decirse lo mismo que de Aira, de Simenon o de Sciascia. Estrictamente hablando, no han logrado producir lo que se denomina una obra maestra pero la Alta Literatura sería un paraíso imperfecto sin el aporte del conjunto de su obra. Además, ¡qué bien escribía la señora Spark! Las mejores palabras en el orden correcto, una sabrosa claridad, brillante como porcelana danesa. Para quien conozca a la autora, Robinson  se torna en un libro imprescindible. Al principiante, le aseguramos que Robinson es la mejor manera de empezar. El clima de farsa, el roce con el absurdo, la punzante crítica social -sobre todo, la mofa de las convenciones típicamente inglesas y de la religión malentendida- el acabado de los personajes son algunas de las virtudes del libro. Hay otra que merece ser subrayada con lápiz rojo: Muriel Spark hace de la maledicencia una forma de arte.

Antes de concluir, algo bueno debe añadirse sobre el sello editorial. La bestia equilátera se ha especializado en delicatessen británicas que no merecían el olvido, lo cual es digno de aplauso, mejor dicho de ovación de pie durante largos minutos. No podría asegurarlo, pero me parece que la mano experta de Luis Chitarroni tiene mucho que ver en esto.

Guillermo Belcore

Calificación: Muy bueno. 

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