martes, 8 de septiembre de 2015

Manual para el 11 de diciembre de 2015

POR GUILLERMO BELCORE

La clave es la calidad del crecimiento, al parecer. Entre 1991 y 2013, el Producto Bruto Interno de la Argentina aumentó por año en promedio el 4,5%. En el mismo período, Estados Unidos se expandió el 2,3%; Brasil, el 2,8% y México y Canadá el 2,5%. Impresionante, ¿verdad? Y aquí estamos lamentándonos todos de nuestra maldita suerte de subdesarrollados crónicos. Pero las estadísticas son como las bikinis, es tan relevante lo que muestran como lo que ocultan. Si 3% es la tasa de crecimiento de largo plazo en prácticamente todos los continentes según la sabiduría convencional, en las naciones serias la sucesión es 3, 3, 3, 3, pero en ese arrabal excéntrico del mundo llamado República Argentina el PBI parece un serrucho: 7, 0, -4, 3. La volatibilidad es nuestro drama histórico, independiente del cariz ideológico del gobierno de turno. La tara exacerba las estrategias de maximización de beneficios de corto plazo de los agentes económicos, lo que nunca es bueno. ¿Y por qué semejante inestabilidad? Porque la clase política (conservadores y progresistas, es lo mismo) y el pueblo llano en general comparte una idea singular: el Estado debe gastarse hasta el último centavo de lo que tiene, y (lo que es nefasto) de lo que no se tiene también. Somos todo un caso, ¿eh?

 Hasta aquí, una de las ideas primordiales de un libro ameno e instructivo de economía que acaba de salir a la palestra. ’Esta vez, ¿será diferente? Políticas económicas para el futuro de la Argentina’ (Editorial el Ateneo, 238 páginas). El autor es el licenciado en Economía Juan Carlos de Pablo (1943), catedrático, consultor, editor del newsletter Contexto, figura atractiva de la televisión, autor de una pila de libros. Se jacta de ser un profesional que no hace pronósticos, pero ayuda a tomar decisiones. Hay otro dato que merece aplausos: es hincha de Vélez.

Con el estilo coloquial y desparejo que lo caracteriza, De Pablo escribió una suerte de hoja de ruta para el próximo ministro de Economía. No es un libro de texto, advierte, “sino una obra puesta al servicio de la acción concreta“. Se centra en principios relevantes para la toma de decisiones. Es, naturalmente, un libro crítico al modelo K pues enfatiza que “la importancia de dichos principios deriva en buena medida de haber sido ignorados en los últimos años“.

La redundancia es uno de los rasgos del volumen (puede resultar tediosa, avisa el autor en las primeras páginas); la lucidez del análisis es otra. Borges tenía razón: el sentido común también puede refulgir. Intenta De Pablo jugar de centrojás, se para en la posición más cómoda de la cancha: el fundamentalismo de centro. Quiere ser percibido como el justo medio entre los liberales ortodoxos y los populistas heterodoxos. Establece, por ejemplo, que hay que repudiar con el mismo énfasis la postura clásica en la década del treinta como a quienes basan sus decisiones en que siempre es posible aumentar el PBI real elevando la demanda agregada. Hay que decir que más allá de los movimientos estratégicos del autor, el libro resulta absolutamente convincente.

TODO ES SHOCK

Por estos días, la comunidad de economistas discute con pasión sobre los ritmos de la próxima administración: el plan antiinflacionario debe ser de shock o gradualista. De Pablo no tiene ninguna duda. Copiamos de la pagina 162: “la “cultura” argentina (NR: ¿por qué cultura con comillas?), así como las enseñanzas de la historia se pronuncian de manera clara: en nuestro país las políticas económicas son de shock… porque ¡todo es de shock!”.

Todo el andamiaje de la más reciente obra de De Pablo se sostiene sobre un concepto que aún suscita sospechas: la excepcionalidad argentina (los estadounidenses, japoneses, alemanes, mexicanos, brasileños, sudafricanos también creen que son únicos en el mundo). Pero hay números que así lo atestiguan: las tremendas oscilaciones en la marcha de nuestro Producto Bruto, como se comentaba más arriba, es una cifra reveladora. “País ciclónico, al decir de Lucio Graciano Reca”.

Por eso, se recomienda en el libro prestar atención a la idiosincracia de la población. Se pregunta De Pablo con gran perspicacia: “¿Hasta dónde resulta óptimo abrir una economía, privatizarla o desregularla, cuando la cultura de la población apunta a cerrar la economía, estatizarla o regularla?”. El consejo parece ir dirigido a los liberales puros y duros que orbitan en torno a Mauricio Macri: “las reglas de juego estables deben ser culturalmente aceptables”. Adoptar políticas menos beneficiosas en términos de ortodoxia académica, pero más convenientes desde el punto de vista de la perdurabilidad es preferible.

TIO SABIO

El texto rebosa de citas pero no todas son dignas de mérito. Algunas suenan a cumplido (¿Remes Lenicov?). De Pablo dice que prefiere interpretar el papel de tío sabio, dejando a los jóvenes que adopten las responsabilidades ejecutivas. Otras sugerencias que le aporta a la juventud maravillosa para corregir un país “con más de un millón de distorsiones” que erosionan la eficacia en la asignación de los recursos y con incongruencias (bombas de tiempo) en el seno de la actual política económica son las siguientes:
 
  • * Apuntar a un 3% de crecimiento anual, no a tasas chinas.
  • * “En un país como la Argentina, la política económica se tiene que plantear en un contexto de centro y periferia (enfatizado por Prebish), soluciones de segundo mejor (sugeridas por Lipsey y Lancaster) y donde la credibilidad de la población no debe darse por descontada“.
  • * El principio del segundo mejor implica que la eliminación de algunas de las distorsiones puede aumentar pero también dejar constante o aun disminuir el bienestar de la población.
  • * A los macristas los alerta sobre el llamado ‘vicio ricardiano‘: basar recomend
  • aciones de política económica a partir de modelos muy simplificados para aplicar a situaciones complejas, tanto desde el punto de vista técnico como político, social e institucional.
  • * “El gran desafío profesional es como hacer perdurables los éxitos iniciales“.
  • * Recordar la importancia de los incentivos y de los desincentivos en la toma de decisiones y que en un país como la Argentina, “la política económica es mucho más el producto de las circunstancias que de la ideología“.
  • * Y sobre todo, “evitar la tentación de elevar el gasto público más allá de lo sustentable cuando mejoran los ingresos fiscales o las corrientes de capital”. 
 
La Argentina, se nos advierte al final, se encontrará desde diciembre en un momento propicio para definir su estructura productiva, para lo que deberá debatir qué hacer con determinadas herramientas económicas. Libros inspiradores como éste son muy necesarios para ese debate, gane quien gane las elecciones de octubre.

BOMBAS NUCLEARES

Para terminar, merece un párrafo un comentario al pasar que aparece en la página 32. De Pablo sostiene que, en la década del treinta, una crisis como tantas se convirtió en la Gran Depresión por “los horrores de la política monetaria“. Es decir, uno puede colegir que si una mente lúcida como la de Benjamín Shalom Bernanke hubiera estado en el timón de la Reserva Federal hace ochenta y cinco años quizás nos hubiéramos ahorrado a Hitler, la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Las cadenas causales son implacables. Pone la piel de gallina pensar en el colosal poder destructivo que tienen los economistas. Son, por así decirlo, las bombas nucleares de la actividad política. En 2001 sentimos en carne propia a Domingo Felipe Cavallo. Dios nos proteja.

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