domingo, 9 de agosto de 2020

El juez

Hay una categoría de escritores que, a pesar de no haber producido una de esas obras maestras que explotan como una Supernova, han mantenido una calidad tan pareja que conviene agotar su producción. Elmore Leonard es uno de ellos. 

El prolífico escritor de novelas y guiones policiales, nacido en Nueva Orleans, ha compuesto, acaso, la mejor galería de perdedores de la literatura estadounidense. Delincuentes y sinvergüenzas de poca monta -por lo general ‘basura blanca’-, gente retorcida y ambiciosa a los que nunca les resultan los planes, pueblan sus dos mejores creaturas: los libros y la serie Justified, que Leonard produjo hasta su muerte en 2013. Puede hablarse sí de un universo moral, estético y sociológico leonardeano.

Ese don maravilloso para crear personajes interesantes relumbra en una novela de Leonard que, entregada a la imprenta en 1991, hoy nos gustaría recomendar: El juez (Vergara, 291 páginas, edición 1993, traducción Aníbal Leal).

El título alude a su señoría Bob ‘Maximum’ Gibbs, del Tribunal de Distrito de Palm Beach, duro entre los magistrados duros, mujeriego, casado con una parapsicóloga chiflada que se cree poseída por el espíritu de una niña negra muerta hace 135 años. Para deshacerse de su joven esposa, el juez sexagenario (en el fondo un campesino sureño) quiere darle un buen susto, algo que la induzca a hacer las valijas y marcharse de la finca rural en la que viven. Promete, así, indulgencia a un palurdo acusado de delitos menores a cambio de que introduzca un caimán en el parque. 

¿Dije que los proyectos de los personajes de Leonard casi siempre concluyen para la mona? Sí, lo dije. Bueno, el aligator debía estar muerto, pero resulta que el monstruo de más 400 kilogramos se despertó y el juez debió llamar a la policía y al sheriff para abatirlo.

Paralelo a la historia de desavenencia conyugal y el saurio, hay un par de ex convictos que traman vengarse del honorable (es una manera de decir) Gibbs. Uno de ellos es un vicioso médico de origen cubano, condenado a prisión domiciliaria por falsificar recetas. El otro, es el carácter que se roba la novela: Elvin Crowe, un tipo rudo, cercano a los cincuenta, que acaba de salir de la cárcel, usa un sombrero pajizo de vaquero y botas de trescientos cincuenta dólares. A su sobrino, Dale, acaban de caerle cinco años de cárcel por golpear a un policía, mientras se encontraba en libertad condicional. Naturalmente, fue sentenciado por el juez Gibbs. 

Del lado de los buenos, se encuentran Kathy Baker, la funcionaria latina encargada de la libertad vigilada de los Crowe y el pulcro detective Gary Hammond. Construirán juntos una hermosa historia de amor, no obstante…


Seguramente, los fanáticos de Justified -como el hacedor de este blog- habrán parado la oreja cuando hablamos de los Crowe. Sí, se trata de esa familia delincuencial de los pantanos de Florida que en la temporada cinco de la serie se mudan a Kentucky para incordiar al marshall Rayland Givens. Magias de la televisión. Elvin tiene para quien esto escribe el rostro, la voz y el acento del mañoso Darryl Crowe Jr. (magníficamente interpretado por Michael Rapoport, foto).

Antes de terminar hay que decir que el libro es muy recomendable no sólo por narrar una historia atrapante con personajes de carne y hueso y por ser una honesta exploración de los bajos fondos de Florida, sino que también fulguran algunos recursos estilísticos. Como las pinceladas de humor y los diálogos a Warp 10. Leonard, por otra parte, es un maestro del discurso indirecto libre. ¿Qué significa esto? Qué se nos permite atisbar, como quien no quiere la cosa, en los pensamientos tortuosos de un criminal, o en los apetitos sexuales de una chica latina.

Este blog ha decidido, pues, agotar la obra de Elmore Leonard uno de los maestros de la novela negra contemporánea.
Guillermo Belcore

Calificación: muy bueno

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