Por Andreas Maier
Adriana Hidalgo. Novela de 349 páginas.
Algunos críticos han consagrado al señor Andreas Maier como la gran revelación de la literatura alemana. A juzgar por esta obra -la tercera que publica- se trata de un narrador sofisticado capaz de bosquejar un penetrante cuadro de costumbres, rebosante de ideas y con pinceladas de humor. El planteo de fondo, empero, huele a rancio. El aficionado a Heinrich Böll reconocerá la atmosfera de repudio al consumismo occidental, la nausea ante la falta de fundamentos. ¡Los cachorros de Nietzsche ladran que la verdad no tiene nada que ver con el lenguaje! El artista, el rebelde, el payaso se alza contra la moral kantiana, no se soporta a sí mismo ni tolera la vida común y corriente.
Bien acomodada sobre ese jergón conceptual, la novela discurre en torno a un texto llegado de Rusia que perturba a hijos de buenas familias, universitarios desesperados por un sentido de vida. El manifiesto de Kirilov confirma sus salmodias. Postula que la humanidad se ha convertido en una suerte de carcinoma planetario al potenciar hasta el infinito la voluntad de bienestar, sin necesidad alguna, dado que la carencia ya ha sido suprimida... obviamente, una hipótesis que sólo puede ser sostenida en un país opulento. Los residuos nucleares serían algo así como el colmo de nuestra estupidez. Contra ellos se rebelan los personajes de Kirilov.
Aunque desdeña el punto y aparte, Maeir escribe con un ritmo envolvente. Los diálogos llegan empotrados de una manera muy original en párrafos larguísimos que se colorean con escenas teatrales. Como aquella donde el bueno de Frank Kober casi se corta las venas para frenar en seco una pelea tonta en la fiesta de cumpleaños de un diputado. El final, a toda orquesta, redondea la amarga denuncia contra ``la libertad totalitaria del comercio y el tráfico''.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
CALIFICACION: Bueno
PD: La literatura alemana siempre será fascinante a pesar de los Maier.
Adriana Hidalgo. Novela de 349 páginas.
Algunos críticos han consagrado al señor Andreas Maier como la gran revelación de la literatura alemana. A juzgar por esta obra -la tercera que publica- se trata de un narrador sofisticado capaz de bosquejar un penetrante cuadro de costumbres, rebosante de ideas y con pinceladas de humor. El planteo de fondo, empero, huele a rancio. El aficionado a Heinrich Böll reconocerá la atmosfera de repudio al consumismo occidental, la nausea ante la falta de fundamentos. ¡Los cachorros de Nietzsche ladran que la verdad no tiene nada que ver con el lenguaje! El artista, el rebelde, el payaso se alza contra la moral kantiana, no se soporta a sí mismo ni tolera la vida común y corriente.
Bien acomodada sobre ese jergón conceptual, la novela discurre en torno a un texto llegado de Rusia que perturba a hijos de buenas familias, universitarios desesperados por un sentido de vida. El manifiesto de Kirilov confirma sus salmodias. Postula que la humanidad se ha convertido en una suerte de carcinoma planetario al potenciar hasta el infinito la voluntad de bienestar, sin necesidad alguna, dado que la carencia ya ha sido suprimida... obviamente, una hipótesis que sólo puede ser sostenida en un país opulento. Los residuos nucleares serían algo así como el colmo de nuestra estupidez. Contra ellos se rebelan los personajes de Kirilov.
Aunque desdeña el punto y aparte, Maeir escribe con un ritmo envolvente. Los diálogos llegan empotrados de una manera muy original en párrafos larguísimos que se colorean con escenas teatrales. Como aquella donde el bueno de Frank Kober casi se corta las venas para frenar en seco una pelea tonta en la fiesta de cumpleaños de un diputado. El final, a toda orquesta, redondea la amarga denuncia contra ``la libertad totalitaria del comercio y el tráfico''.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
CALIFICACION: Bueno
PD: La literatura alemana siempre será fascinante a pesar de los Maier.
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