Por Alberto Ramponelli
Simurg. Colección de cuentos de 123 páginas.
Fuera del circuito de la industria cultural, en los lindes del mercado, al margen de los formidables mecanismos de promoción editorial, también hay vida. Lo atestigua este racimo de cuentos. La belleza y la inteligencia colorean muchas páginas del libro, financiado por el Fondo Nacional de las Artes.
El estilo del señor Alberto Ramponelli es metódico, pudoroso, prolijo. Como buen clásico entiende que los retorcidos deben ser los personajes, no la prosa. Se percibe con nitidez la impronta borgeana, pero esto no implica un juicio negativo, sino la constatación de un hecho. Al fin de cuentas, ¿qué narrador argentino ha sido capaz de librarse de esa sombra inexorable? En Buenos Aires se escribe con o contra Borges.
El relato Cayo Crónico (imagina la afantasmada presencia de un filósofo estoico) es más que un homenaje al maestro. Es una imitación muy bien lograda. Casi podr¡amos decir lo mismo de El sueño, donde un gobernador-soldado malinterpreta una visión nocturna.
No puede dejar de mencionarse Flores muertas. El lector de Carver reconocerá esa atmósfera austera que siempre huele a desastre inminente. Pide a gritos ser convocado para una novela u obra de teatro el encuestador Lozano, el protagonista. Un truco perfecto quizás sea el texto que más cerca cabalga de la perfección. Una costumbre de Ocean¡a ha cosechado alabanzas de Mar¡a Rosa Lojo.
Ramponelli demuestra también una gran plasticidad para ensayar diferentes métodos. En Breves sobre Dios amontona ocho ingeniosas reflexiones sobre el Eterno, no sin unas gotas de humor. La reconciliación entre la creación adánica y Darwin, y la imagen de Dios jugando a los dados el alma y la soberbia cabeza de Einstein resultan memorables.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
CALIFICACION: Bueno
Yo leí este libro, me pareció una hermosura. En mi opinión Ramponelli es uno de los mejores narradores de la literatura actual argentina. Que no sea reconocido sólo contribuye a la absurda idea de que el que no publica en las grandes editoriales nacionales (que ya ni siquieras son argentinas) no existe. Muy bueno su blog, Guillermo.
ResponderEliminarUn Abrazo, Cristian