Por Jorge Semprún
Novela de 240 páginas. Editorial Tusquets, edición de 2004
El ser humano se ha dedicado minuciosamente a demostrarle al prójimo que no hace falta morir para conocer el infierno. Cómo llamar a la desdicha de 120 hombres rebajados a una masa jadeante dentro de un vagón de ferrocarril donde apenas podían respirar, en un viaje de cinco noches -sin agua ni esperanzas- hasta el campo de concentración de Buchenwald. Ese averno fue retratado con prosa magistral por un sobreviviente, uno de los mejores escritores españoles.
Gallimard publicó en 1963 El largo viaje y por fortuna ahora lo reimprime el sello Tusquets. Jorge Semprún había decidido romper un silencio de 16 años (“cuando ya nadie hable de estos viajes, tendré algo que decir''). En un fascinante juego de superposición narrativa, relató no sólo la travesía infernal desde Compiegne hasta Weimar, sino también la supervivencia milagrosa y miserable en el campo de la muerte, la posguerra y las experiencias previas a caer en manos de los esbirros de Satán.
La mirada es la de un comunista escrupuloso, un militante corajudo que nunca hace nada en función de la felicidad que pueda proporcionarle. Donde hay un perverso o un malvado, Semprún ve una categoría social o el resultado de una estructura histórica. Auschwitz es “la mejor expresión de un mundo de opresión sistemática, consecuente hasta el final”. Pero ese fervor ideológico le salvó la vida. Y no se necesita ser de izquierda para congeniar con la trama; he aquí un libro impresionante.
En esta era de culto al teléfono celular, de rezarle a la televisión, de infinita sucesión de gestos sin historia y sin mañana, leer a Semprún es recuperar la profundidad existencial. Es recordar lo inolvidable, es descubrir lo que las SS, el nazismo, Alemania fueron capaces de hacerle a los niños judíos.
Guillermo Belcore
CALIFICACION: Muy Bueno
PD: Semprún acuñó esta hipótesis tremenda: sólo es hombre quien es capaz de no ceder ante la tortura.
Novela de 240 páginas. Editorial Tusquets, edición de 2004
El ser humano se ha dedicado minuciosamente a demostrarle al prójimo que no hace falta morir para conocer el infierno. Cómo llamar a la desdicha de 120 hombres rebajados a una masa jadeante dentro de un vagón de ferrocarril donde apenas podían respirar, en un viaje de cinco noches -sin agua ni esperanzas- hasta el campo de concentración de Buchenwald. Ese averno fue retratado con prosa magistral por un sobreviviente, uno de los mejores escritores españoles.
Gallimard publicó en 1963 El largo viaje y por fortuna ahora lo reimprime el sello Tusquets. Jorge Semprún había decidido romper un silencio de 16 años (“cuando ya nadie hable de estos viajes, tendré algo que decir''). En un fascinante juego de superposición narrativa, relató no sólo la travesía infernal desde Compiegne hasta Weimar, sino también la supervivencia milagrosa y miserable en el campo de la muerte, la posguerra y las experiencias previas a caer en manos de los esbirros de Satán.
La mirada es la de un comunista escrupuloso, un militante corajudo que nunca hace nada en función de la felicidad que pueda proporcionarle. Donde hay un perverso o un malvado, Semprún ve una categoría social o el resultado de una estructura histórica. Auschwitz es “la mejor expresión de un mundo de opresión sistemática, consecuente hasta el final”. Pero ese fervor ideológico le salvó la vida. Y no se necesita ser de izquierda para congeniar con la trama; he aquí un libro impresionante.
En esta era de culto al teléfono celular, de rezarle a la televisión, de infinita sucesión de gestos sin historia y sin mañana, leer a Semprún es recuperar la profundidad existencial. Es recordar lo inolvidable, es descubrir lo que las SS, el nazismo, Alemania fueron capaces de hacerle a los niños judíos.
Guillermo Belcore
CALIFICACION: Muy Bueno
PD: Semprún acuñó esta hipótesis tremenda: sólo es hombre quien es capaz de no ceder ante la tortura.
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