viernes, 1 de febrero de 2008

Pelando la cebolla


Por Günter Grass­
Alfaguara. Autobiografía de 445 páginas, publicada en español en 2007. Precio aproximado: 45 pesos.­

Günther Grass (Danzing 1927) logró los premios Nóbel y Príncipe de Asturias, y que la fama y fortuna lo besaran en los labios por dos razones elementales. Es un torrente que reubicó en primera línea a la narrativa alemana. Y al mismo tiempo, es una voz jupiterina que ha obligado a sus compatriotas a encarar el monstruoso pasado. Ese doble papel de Grass tambalea tras la publicación del primer tomo de sus memorias. El literato como tal salió ileso, ha tallado otro prodigioso mosaico costumbrista. Pero el político no profesional, mejor dicho, el sumo sacerdote de la izquierda recalcitrante que repartía excomuniones a mansalva, quedó desacreditado. Hoy nos enteramos que fue un joven nazi creyente hasta el fin, un voluntario de las Waffen SS.
Como si de pelar una cebolla se tratase, Grass va quitando capas de recuerdos para descubrir la verdad. Empero, la confesión de lo que “duele todavía hoy” no resulta convincente. Hay demasiados puntos ciegos y carece de grandeza moral. Para distanciarse usa incluso el truco del narrador en tercera persona. Allá él. Sería injusto, no obstante, limitar la crítica a este plano. Estamos ante una magnífica obra literaria, que va y viene en el tiempo y que opera -como acostumbra el autor- con una potencia arrolladora tanto en la expresión (a lo Rabelais) como en las ideas.
El libro abarca desde la pubertad hasta fines de la década del cincuenta. En la misteriosa adolescencia, ninguna duda enturbió su fe en el mal. El azar le salvó la vida en el Frente Oriental. Después del colapso, sobrevivió desgarrado por tres formas de apetitos: el del estómago, el hambre de conocer mujer y el ansia de arte. Fue dibujante y escultor, luego se consagró a escribir. Siempre, un ególatra. El lector se deleitará --entre tantas anécdotas sabrosas-- con el origen de la novelas de Grass.­
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Guillermo Belcore

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­CALIFICACION: Muy bueno­

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