Tumba de Jaguares

Por Angélica Gorodischer­
Emecé. Novela.de 218 páginas­. Publicada en 2005.
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La narración experimental tiene el encanto de lo difícil de encasillar y el riesgo de la confusión. Llega al lector una novela de Angélica Gorodischer (Buenos Aires, 1928) que pisa ambos extremos. Se trata de una laboriosa construcción que encantará a los intelectuales, pero quizás resulte algo complicada al lector corriente. Paciencia. La buena literatura es un placer que exige empeño y meditación.
La trayectoria de Gorodischer ha sido iluminada por la fertilidad de su talento. Rosarina por adopción, engendró una obra maestra de la ciencia y ficción por lo menos, y luego exploró casi todo los géneros. Infinidad de galardones homenajearon la destreza como escritora y la militancia feminista. Su prosa es capaz de alternar el barroco envolvente y pesado con el lenguaje coloquial.
Tumba de jaguares simula un juego de muñecas rusas. En el primer fragmento, el escritor Bruno Seguer se hunde en la desesperación lúcida frente al recuerdo de su hija desaparecida. La segunda parte es la novela (Contar desde cero) de ese espíritu atormentado. En el país de los grandes ríos, una muchacha que desea y odia a su marido escribe una novela de una mujer que escribe una novela. Cierra el juego, La incertidumbre. Es la historia de Celina, una artista moribunda. Es la historia que páginas atrás hilvanaba la joven resentida en la hacienda La Preciada, donde el sol golpea como un puño. Es decir, son relatos dentro de relatos dentro de relatos. Y con un final circular y el número ocho como fetiche.
En un reportaje, la autora reveló el hilo de oro de su minuciosa creación: "Hay una mirada sobre la escritura, un pensar hasta dónde alcanza eso de escribir; desde el principio supe que había una serpiente que se muerde la cola''.
Guillermo Belcore­
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CALIFICACION: Bueno­
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PD: Ya está en la mesa de saldos. Es un libro raro; el todo es mejor que cada una de sus partes.