jueves, 27 de marzo de 2008

Pasados los setenta. Tomo I

Ernst Jünger­
Tusquets Editores. Ensayo de 591 páginas. ­
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Los diarios de Ernst Jünger (1895-1998) son una obra indispensable del siglo XX. Un espíritu universal y brillante retrata con una densidad asombrosa y un estilo magnífico aunque glacial -y también, por qué no, con un soplo de decadencia- la edad de las masas y sus guerras, las más encarnizadas que la humanidad ha padecido. Este volumen, en términos históricos, no es lo mejor de esa producción monumental. Faltan los hitos del período. Pero se trata de un espléndido ejercicio literario y filosófico. Alcanzada la edad bíblica, el pensador vuelca con la lucidez de siempre sus experiencias tranquilas entre 1965 y 1970.­
El libro ofrece como plato fuerte viajes a Extremo Oriente, Angola, Islandia, Cerdeña y una estadía de tres meses en Roma. Es el Jünger de siempre, un coleccionista febril de libros, insectos e impresiones; una curiosidad insaciable. Mucho más seductor que la descripción de, digamos, Kuala Lumpur es el examen de libros, pinturas e ideas. Cualquier cosa gatilla el pensamiento fértil, sea una cucaracha o uno de esos países pobres que “lo mejor que pueden ambicionar es un general con preocupaciones sociales”. Los fragmentos de diálogos son deliciosos, elevados y estimulantes.

El aristócrata de Heidelberg fue una de las últimas voces del conservadurismo decimonónico. Abominó del realismo grosero y del desierto de la tecnocracia. Testimonió al pisar Hong Kong que el hormigón -paradigma del progreso vacuo- le causaba horror existencial. Sus memorias redondean lamentos exquisitos como éste: “cerebros sutiles han trazado una línea firme que sujeta el espíritu al armazón económico y técnico y daña el saber que persigue propósitos más elevados. Un pintor, un poeta, un pensador han de ver más cosas...”.­
Guillermo Belcore

Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
Calificación: Bueno

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