viernes, 30 de mayo de 2008

Espejos

Eduardo Galeano­
Editorial Siglo XXI. Ensayo, 365 páginas­

­ Eduardo Galeano (Montevideo, 1940) está de regreso. No ha perdido un gramo de talento ni ha acortado un centímetro sus limitaciones. La propuesta literaria es la misma de siempre: como esos filisteos de Hollywood o la TV que tropiezan con una fórmula exitosa y la explotan hasta el cansancio. Espejos es una suerte de continuación de la trilogía Memoria del Fuego.
Notable ensayista aunque poeta menor, el pensador uruguayo urde su libro a fogonazos. Con seiscientos relatos gnómicos hilvana una historia de la humanidad, desde las Cuevas de Altamira hasta George Bush. Su intención es dar voz a los oprimidos; rescatar mitologías; señalar con el dedo a la Iglesia, Estados Unidos y el capitalismo; abominar del machismo y la homofobia; glosar textos memorables; relativizar el terror rojo; jugar a ser Bertold Brech. Suele sacrificar la belleza en el altar del mensaje explícito. Empero, cada tanto nos deslumbra con un dato curioso o una rara etimología.­
Verdad -escribió Nietzsche- es lo que nos interesa. Fiel a la consigna, Galeano vierte los hechos en sus moldes ideológicos, moldes de acero. Millares de jóvenes latinoamericanos se han nutrido con la visión esquemática, maniquea y ofuscada de sus best sellers. Esto no significa que sean falsas todas sus saetas incandescentes. Claro que no. Pero qué decir de un estudioso que atribuye la inseguridad ciudadana al mero temor de los esclavistas. Maradona aquí es un héroe.

Favorece la digestión rápida y acrítica, una prosa límpida y coloquial que llega directo al corazón. Hay momentos en que dan ganas de salir corriendo a golpear a alguien con un palo. Hay otros, en que despierta ternura. El libro, en definitiva, podría haber sido muy interesante si la denuncia perpetua no lo hubiese sumido en la más gris monotonía.
Guillermo ­Belcore
Publicado en el suplemento de cultura del diario La Prensa.

Calificación: Regular

PD: Ya va en la Argentina por la segunda edición. El libro se vende como pan caliente. Galeano ha logrado el sueño de todo marketinero: convertir su apellido en una marca. Puede repetir el mismo producto un millón de veces que su legión de feligreses no dejará de comprarle. Pigña, Lanata, Bucay, Coelho son casos análogos.

2 comentarios:

  1. Pues a mí galeano me la trae floja

    ResponderEliminar
  2. QUERIDO ASTERION. yo soy un fanatico de GALEANO. Pero coincido con Ud. Muchas veces, tanta PROPAGANDA ABURRE. Para mi, Galeano redacta como nadie las injusticias de A. LATINA. Pero coincido con Ud que TANTA DENUNCIA ES REDUNDANTE.....Sabe a que me hace acordar??? a los 1000 libros que escribió EL INEFABLE VICTOR SUEYRO luego de ver la luz....al final del tunel. CON CARIÑO.

    ResponderEliminar