Emecé. Novela de 237 páginas. Edición 2008
El jurado que integraron Rodolfo Rabanal, Ana María Shúa y Pablo De Santis consideró que esta novela merece el Premio Emecé 2008. Elogiaron “el sutil manejo del suspenso”, “la lectura como de un policial”, “las atmósferas de pesadilla”. Cuesta compartir tanto entusiasmo.
La pregunta sigue siendo la misma. ¿Qué es lo que torna una existencia interesante? Federico Jeanmaire (Baradero, 1957) propone tres días en la vida de un escritor cincuentón con dificultades para formar pareja. Según ha confesado se basó en sus propias experiencias. El caballero viaja a México con una mujer joven oriunda de Finlandia, bella, sensual e inteligente. Pero aunque desea el cuerpo de la chica con toda su alma, maquina quitársela de encima por cargosa y dominante. Durante toda la obra asistimos al escrutinio neurótico de la relación. Una tempestad en un tubo de ensayo.
La historia transcurre en el primer piso del Hotel Monte Alban, frente a la catedral de Oaxaca. Oímos la voz interior del escritor. Como Heráclito, está obsesionado con el perpetuo fluir: ¿es imposible siempre ser la misma persona?, se pregunta. Le intrigan también dos chavitos lustrabotas. La trama está esmaltada con color local y reflexiones de viajero espabilado (pero no mucho) sobre la cultura zapoteca.
Jeanmaire parangona el sexo con la animalidad, apela a la figura del borracho sabio, el buen salvaje y el norteamericano bobalicón, entre otros lugares comunes. Su prosa desdeña lo sugerente. Es morosa, repetitiva, se empeña en decirlo todo. También desliza contradicciones. En la página cuarenta y dos, el escritor adora estar solo. En la doscientos cuarenta y nueva, dice que no le gusta comer solo. El desenlace, quizás, es lo mejor del libro.
Guillermo Belcore
Publicado en el suplemento cultural del diario La Prensa.
¿No es raro lo que ocurre con los premios, sobre todo los que se dan en Argentina? Rara vez los libros que obtienen galardones gustan a los críticos. Algunos ni siquiera resisten una lectura no especialista, aburren, se caen de las manos, se olvidan rápido. ¿Tan dispar es el criterio de los jurados del resto de los mortales? ¿O sólo se trata de marketing, premiar porque sí? Gracias.
ResponderEliminarEstimado Roberto:
ResponderEliminarTe propongo un ejercicio intelectual. Rastrea en Internet los premios literarios de los últimos treinta años en idioma español. ¿Cuántas obras triunfadoras han resistido el paso del tiempo? De todos modos, creo que hay un elemento muy valioso en esta iniciativa de la industria editorial. En algunos casos, muy pocos en realidad, da un espaldarazo a autores inéditos que, quizás, no cuentan con otra vía para mostrar su destreza. Yo preferería, eso sí, que se vetara la participación a los consagrados o al menos demasiados conocidos.
Muchas gracias por tu aporte, amigo
G.B.