jueves, 9 de octubre de 2008

Vieja escuela

Tobias Wolff­
Alfaguara. Novela, 262 páginas. Edición 2005
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Quien venere la literatura -o al menos haya tenido alguna vez el deseo de labrar una página trascendente- no puede ignorar esta novela. “He tratado de reflexionar acerca de la vocación literaria, como nace y madura a una edad temprana”, argumentó Tobias Wolff (Alabama, 1945) en un reportaje concedido a El País de Madrid. La explicación es demasiado tímida. Su primera novela es mucho más que eso, es un encantador y emocionante homenaje al arte de la escritura. Sin relatos uno difícilmente llegaría a saber en qué mundo vive.

Vieja escuela se articula en torno a la visita de clamorosos autores a un selecto internado de New Hampshire, un enclave progresista donde se valora la literatura por encima de cualquier otro interés, al punto que opaca hasta la apretada disputa entre Nixon y JFK. Conocemos en persona al poeta Robert Frost y a la ideóloga Ayn Rand. La llegada de Hemingway desata terribles dramas. Es que en el colegio subsiste una tradición según la cual un chico tiene derecho a una audiencia privada con cada visitante ilustre. Compiten a dentelladas por ese honor presentando algo que hubieran escrito. El protagonista se hunde en las pestilencias de la ignominia con tal de un par de horas a solas con el creador de Adiós a las armas.

Se ha escrito que Tobias Wolff es uno de los dos o tres mejores narradores de cuentos breves de Estados Unidos. Aquí queda demostrado. Son espléndidas las historias que enriquecen la corriente principal. Hay una inconcebible coincidencia y un caso conmovedor de hijo pródigo. El estilo está a la altura de las circunstancias. Cada frase parece haber sido templada, limada y repujada. Todo es ingenioso y agradable, como en aquella añeja academia de Nueva Inglaterra donde, creo, yo hubiera sido muy feliz.­

Guillermo Belcore­­

Calificación: Muy bueno

PS: Te recomiendo que leas la reseña publicada en www.letraslibres.com/index.php?art=10681

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