Vuelve Dan Brown
Los libreros se frotan las manos. La editorial Doubleday, que en 2008 había despedido al 10% de su personal, también. Dan Brown anunció que el 15 de septiembre se lanzará en medio planeta su nuevo libro. Se titula El símbolo perdido y explota el mismo filón que convirtió a El Código Da Vinci en el best seller más exitoso de todos los tiempos. Más de ochenta millones de terrícolas compraron esa fruslería sobre la supuesta verdadera naturaleza del cristianismo y la descendencia terrenal del Ungido. Seis años después podríamos definirlo como la versión degradada y ágil de El péndulo de Foucault de Umberto Eco.
He reflexionado sobre el furor que provocó ese libro mal escrito (sí, yo también lo leí en su momento, pero no lo compré me lo dio La Prensa). ¿Qué necesidad profunda de las masas satisface? ¿Cómo comprender el frenesí? Arriesgo una explicación. Desde el siglo XVIII, en adelante, cuando el racionalismo irrumpió en escena, un fenómeno ha ganado los corazones: la necesidad de reencantar el mundo. La razón, fría como la mano de un ahorcado, no basta; ni siquiera el misterio -cada vez más rebajado- de las religiones establecidas. El arte, la cultura de masas, los credos espiritualistas proclaman que la vida está repleta de secretos y la perspectiva esotérica consuela a millones de personas. Lo atestiguan las decenas de ediciones de El Código Da Vinci.
Nada es más seductor, pues, que una gran conspiración. Pero no saquemos conclusiones apresuradas. La propensión a creer en fantasías alternativas a la realidad no es patrimonio de la gente simple. También los intelectuales se comprometen en cuerpo y alma con imaginerías absurdas. Como el marxismo puro y duro. Pensar que la historia es regida con mano de hierro por un puñado de leyes económicas es tan pueril como sostener que los Templarios fueron exterminados por culpa de un secreto maldito. Lo mismo podría aplicarse al freudianismo, al nacionalsocialismo, al antisemitismo, al culto fanático del mercado, al Partido Obrero, a los libros del economista Walter Graziano. Cualquier explicación monocausal de lo existente es comparable a sospechar que los dos últimos milenios se lo han disputado la Iglesia Católica y el Priorato de Sion.
Daniel Brown se ha tomado su tiempo para volver a publicar. La prensa especula que retrasó la novela cuatro años porque quiso documentarse con más precisión y evitar el cúmulo de falsedades que ofrecía como datos históricamente probados (¡Jesucristo como feminista rabioso!). Quizás trató de evitar las denuncias de plagio que lo tuvieron a mal traer en los últimos años. Recuerdo que el autor estadounidense había prometido una ficción de calidad que tapara la boca a los críticos. Pero, al parecer, los negocios son los negocios. Se aproxima entonces otro historieta sobre lo oculto, seguramente rápida y adictiva para quienes no se indignen con las trivialidades de la trama. Se informó que se lanzarán 6,5 millones de ejemplares, la mayor tirada de la historia.
Me he estado preguntando también por qué la mala literatura es la que más vende. Una buena gaseosa -creo- tiene más demanda que una de sabor detestable, siempre y cuando no haya una gran disparidad entre los precios. En la música también se constata cierta correlación entre calidad y ventas. Pienso en Los Beatles, Los Rollings Stone, Queen, Pink Floyd, Los Redonditos de Ricota, Nirvana, Michael Jackson, U2. Pero el mercado del libro se mueve con otros parámetros. Postulo que al lector de best seller (sólo de best seller, quiero decir) no le gusta leer en realidad. Es como al aficionado a la comida chatarra, a esa persona no le gusta la comida.
Guillermo Belcore
Querido Amigo:
ResponderEliminarDesde ya me cuesta verter opiniones literarias ante tan erudito especialista en dicho arte pero, dado que ha realizado comparaciones con el ámbito de la música en el que algo más puedo opinar, me animaría a trazar otro paralelismo.
No es acaso Dan Brown respecto a Umberto Eco lo que es Phil Collins a Peter Gabriel? Cuánta gente ha llegado al viejo Génesis (al grupo musical me refiero obviamente) gracias a que comenzó escuchando al masivo Phil?
Seguramente, aunque no indagué datos al respecto, puede de que cada 100 lectores del Código Da Vinci luego 2 de ellos, atraidos por la curiosidad o recordando lectura que han dejado pendiente (mi caso ...) hayan leído el Péndulo de Foucault. No valen esos 2 por mas que haya 98 que se hayan quedado sólo con Dan Brown?
Saludos, Harry.