Eterna Cadencia. Novela de 138 páginas. Edición 2009.
En los setenta se decía que los escritores latinoamericanos quieren escribir como Hemingway o como Faulkner (suele atribuirse el diagnóstico a Onetti). Hoy las ambiciones son más modestas. Da la impresión de que los modelos de buena parte de los narradores argentinos se limitan a Aira y Fogwill, aunque nunca faltará quien intente esculpir un Puig tardío y degradado. Este libro ingenioso transita el sendero que el prolífico genio de Pringles abrió en la espesura. La trama es irrelevante, la verosimilitud es lo de menos, el capricho rige el conjunto. Una novelita (o cómo se llame) infinitesimal, un alarde de extravagancia. La sintaxis -como en Aira- roza la perfección.
Guillermo Piro (Avellaneda, 1960) se desmarca de su mentor en los acentos. Trabaja con esmero la digresión, en lugar de la escena. No desdeña el aforismo y el adagio. “Quiera Dios que mi hijo carezca de miedos. Que la diversión sea su destino”, dice una de los cincuenta sentencias sobre la condición humana. “Tener la esperanza de que a uno no le afecte la locura es una forma de locura”, remata otra. Esas listezas enriquecen una urdimbre pueril y desflecada: dos princesas (Celeste y Blanca) son seducidas y traicionadas por un príncipe tarambana. El truco de los veinte capitulitos es casi siempre el mismo: el narrador suelta una parrafada sobre sus hermosas majestades e inmediatamente se va por las ramas.
No es descabellado postular que las pequeñas variaciones sobre una fórmula probada no enaltecen a la Gran Literatura. Sirven, a lo sumo, para entretenerse un rato. Hay mucha gente que se conforma con esto. El verdadero protagonista de Celeste y Blanca -apunta con acierto la contratapa- es el propio arte de narrar. Fogwill crucificó hace veinte años esa apuesta lúdica: “El arte debe testimoniar la realidad, para no convertirse en una torpe forma de onanismo, ya que las hay mejores”.
Guillermo Belcore
Guillermo Belcore
Calificación: Regular
PD: Patricio Zunini, ese gran entrevistador, indagó en las razones de esta novela. He aquí un excelente reportaje a Piro: http://blog.eternacadencia.com.ar/?p=4246
Disculpas, pero Blanca va con mayúscula. Es el nombre de una de las princesas.
ResponderEliminarQuerida Paula:
ResponderEliminar¡Oh qué distraìdo! Ahora lo compongo. Muchas gracias. Necesito contratar un corrector. Leo los textos mil veces, pero algunos errores pasan muy campantes delante de mis ojos.
G.B.
consuélese, Guiasterion: por lo menos no puso que el libro era de Jonathan Piro...
ResponderEliminarjajjajaja
buen jueves!
Parece confirmarse la profecía de que Aira no tendrá buenos sucesores/imitadores. ¿Esto confirma su genio o lo cuestiona? En mi opinión, lo confirma.
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