domingo, 3 de enero de 2010

La señorita Porcel

Esther Cross
Siglo Veintuno Editores. Novela, 141 páginas. Edición 2009.

El asunto es serio. Los libros consagrados son cada vez más breves. ¿Flojera o es una estrategia para complacer al jurado? La señorita Porcel recibió el Sexto Premio Internacional de
Narrativa 2008 que había convocado en México el sello Siglo XXI. Se organiza en treinta siete capítulos y un epílogo; tres o cuatro páginas promedio. Lo exiguo es bueno, parece ser la premisa que embriaga a los escritores argentinos. Allá ellos. Los lectores apasionados, aquéllos que valoramos muchísimo nuestro tiempo de lectura, tenemos derecho a repudiar la carencia de ambición narrativa.

Por otro lado, la correctísima y amena prosa de la señora Esther Cross (Buenos Aires, 1961) es digna de ser leída. Templa las frases con esmero. La transparencia es su reino. Ha labrado sentencias admirables, pero abusa del recurso fácil de la enumeración. La decisión de venerar las ideas políticamente correctas quizás reste interés al discurso. Los tópicos suelen ser tediosos.

La novela desarrolla el monólogo de la “famosa rica pobre argentina, siempre resentida“. Habla con lucidez; obra como una sicótica recalcitrante. Tiene el alma cargada con municiones. La mujer relata su venganza contra la solterona Ema Ponciana Porcel de Peralta, una amiga-enemiga de la familia. La historia transita por dos senderos: el que conduce a la tremenda agresión en un cajero electrónico de Recoleta; y lo que ocurre después de la hospitalización de la anciana. Cross retrata las miserias de una oligarquía en decadencia. El telón de fondo es la feroz crisis de 2001. En el mundo no hay justicia, pero pueden saldarse algunas deudas, se establece.

Resulta fácil arribar al final. El tono, entre desdeñoso y burlón, seduce. Pero tal vez el libro deje con hambre al lector voraz. Faltan digresiones, historias secundarias, minuciosas descripciones, desarrollo de personajes. Por ejemplo: ¿Por qué la narradora se define como comunista? Le faltan, en suma, unas doscientas páginas.
Guillermo Belcore
Publicado hoy en el suplemento de Cultura del diario La Prensa.

Calificación: Regular

PD: Uno de estos días me desayunaré con la noticia de que los escritores argentinos han inventado la micronovela. La fraternidad de críticos y comentaristas perezosos seguramente festejará el prodigio. Yo, por mi parte, prefiero morir con las botas puestas. Aquí amamos la novela oceánica, aquella composición torrencial que, como sostiene Antonio Muñoz Molina, abruma en su extensión, en su complejidad y en su virtuosismo técnico. Obviamente, exige una atención apasionada.

5 comentarios:

  1. ¡Se lo acompaña en el sentimiento!
    Me parece que esto se debe a la falta de esfuerzo, compromiso y ética creativa por parte de los escribidores. Además, por supuesto, de un zeitgest posmoderno inclinado a lo fácil, rápido y digerible (sino le sumamos también las condiciones materiales). Hubo, sin embargo, importantes escritores argentinos que hicieron notables novelas oceánicas, como usted las llama. Para citar sólo dos: "Bomarzo", de Mujica Lainez y "La pérdida del reino" de José Bianco. Obviamente, ni juntando diez escribidores actuales que publican valen lo que vale uno de ellos. Le pregunto: ¿saldrá algún novelón argentino en 2010? Excelente blog! Saludos

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  2. Estimado Anónimo:

    Francamente, no lo creo. Cunde el modelo aireano de la novelita infinitesimal. Los últimos novelones argentinos, me parece, fueron 'La grande' de Saer y 'El enigma' de Herbert Hjostsberg de Correa Luna. Pasaron cinco años.

    Estoy muy de acuerdo con su diagnóstico. Falta de compromiso, condiciones materiales adversas y un espíritu de la época que premia el facilismo conforma una trinidad maldita para el arte de la novela.
    Banville dice que escribir novelas es inhumano; requiere tiempo y entrega de largo aliento. La disciplina lo es todo. Los argentinos -tan indisciplinados en todo- no están, al parecer, dispuestos a pagar ese precio.

    Pero en Argentina, querido amigo, se siguen escribiendo cuentos excelentes. Significa que hay gente talentosa. Algún día cambiará la moda.

    Gracias por ayudarme a pensar
    G.B.

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  3. Esta novela es excelente. Lo que les duele a ustedes es otra cosa.

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  4. Estimado o estimada 54,11%:

    "Ustedes", un cazo. Yo sólo hablo por mí, por mi gusto, por mi percepción estética. Reitero que lo dicho no tiene más valor que el de una opinión como cualquier otra.

    Lo/la invito a que fundamente por qué la novela es excelente, obviamente con nombre y apellido. Es lo mínimo que puedo pedirle, ¿no? Yo me juego la reputación firmando en lo que creo.

    Gracias por escribir. El disenso nos sirve a todos.

    G.B.

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  5. Guilherme,Buenos días;
    Esta es la parte más entretenida del blog,cuando tenés que argumentar desde de tu trinchera los motivos por lo cual, una novela obtiene de tu parte una mala calificación mala.
    Lo que pasa es que todavía no se dieron cuento de que vos sos un Borgiano de carteirinha,como tal sos muy estricto.

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