Claire Keegan
Editorial Eterna Cadencia. Cuentos, en 201 páginas. Edición 2009.
Esta reseña no ha sido encomendada por ningún diario, por consiguiente me daré el gusto de escribirla en rigurosa primera persona. Tengo para mí, que el blog es uno de los pocos géneros (¿literario?) donde el narcisismo no resulta desagradable. Empero, las escrituras del yo no son todas iguales. Básicamente hay dos: la vanidad creativa e inteligente, que induce a pensar; y la mera ostentación hueca del pavo real. Quisiera confesar que siento aún una inmensa
oleada de felicidad cuando tropiezo con un magnífico escritor o escritora que desconocía. Como Claire Keegan (1968, County Wicklow). En 2008, me había maravillado con un volumen de cuentos que confirma la vitalidad de la narrativa irlandesa. Ahora, cayó en mis manos la primera obra publicada por esta dama rubicunda y perspicaz. En 1999, Antártida fue elegido libro del año por Los Angeles Times. Confirmo que fue un acto de justicia: contiene no menos de diez relatos estupendos que -como ha escrito Keegan- agitan algo antiguo e imperioso en el corazón del lector.
El volumen se ambienta en dos continentes: la Irlanda estoica o resentida; y el interior profundo de Estados Unidos, donde también vivió Keegan. ¡Qué notable! Una europea demuestra talento para narrar con amenidad y soltura historias de Louisiana o Colorado, e incluso para emular el latido de Carver. “Donde el agua es más profunda” o “Quemaduras” logra producir esa peculiar atmósfera de tragedia inminente que caracterizan a los cuentos del autor de “Tres rosas amarillas“.
Como todo artista que se precie, Keegan tiene sus caballitos de batalla: el frío, la soledad, la perspectiva de una niña, los méritos del trabajo duro, el adulterio, el alcohol, los hombres que maltratan a sus mujeres, las mujeres que rompen las reglas, la desdicha. Los sentimientos son su materia prima favorita. La prosa es elegante y melancólica; profunda y palpable. Me ha encantado cierta poética de la caricia labial: “la besó como si en la boca de ella hubiese algo que quería”; “me besaban como si tuvieran sed y yo fuera el agua”. Otro punto alto del libro es la definición y el acabado de los personajes. La crítica ha elogiado también la ausencia de ironía.
Ya he escrito sobre el admirable primer párrafo de la composición que da nombre al volumen. Relata la aventura sexual de una respetable señora que concluye esposada a la cama y sin perspectivas de salvación. Igualmente conmovedor es “Suba si se anima”, donde una cita a ciegas nos instruye sobre la necesidad de arriesgarnos en pos de una ilusión. Qué terrible es ser una tonta a los cuarenta, es la frase primordial de “Amor en el pasto alto”. Luego hay una escritora que declara al padre del niño por venir que no piensa abortar. “Siempre hay que tener mucho cuidado” es el monólogo de un pescador que ha sido engañado por Butch, el cantante que asesinó a su chica infiel. En “Hombres y mujeres” y “Tormentas” las señoras de la casa son víctimas de maridos necios; el drama, en ambos casos, pasa por el tamiz de los ojos de una niña. “Hermanas” es mi favorito. ¡Qué encantadora venganza!
Guillermo Belcore
Calificación: Muy bueno
uhhh, me hizo dar ganas de releerlo...
ResponderEliminarmientras tanto, leí Esperando a los bárbaros de Coetzee: excelente y terrible. altamente recomendado (ahora me fijo si Guiasterion ya lo reseñó).
salut!
TAmbién a mí me dieron ganas de leerlo. Gracias,
ResponderEliminarGuiasterión.
Y felicidades para todos.