Honoré de Balzac
Libros del Zorzal. 61 páginas. Edición 2010.
Como este comentario nace y muere en el blog, me tomaré la licencia de abusar de la primera persona con el propósito loable -creo- de transmitir una muy agradable experiencia de lectura. Recomendaré aquí un librito rebosante de cosas necias, curiosas y divertidas. Fue engendrado como un ensayo moral, una advertencia a los gobernantes de la influencia en los destinos humanos de aquello que ingresa por lo boca. Pero hoy no puede ser leído sino como una parodia jocosa. He quedado como un idiota, riendo a carcajadas, ante los parroquianos del bar de mala comida y buena bebida que frecuento para escindir mi tensa jornada laboral.
Honoré de Balzac (1799-1850) sostiene, con rigor científico, que el descubrimiento del chocolate ocasionó la decadencia de España, justo cuando estaba por reinstaurar el Imperio Romano. Holanda será siempre de quien quiera conquistarla por ser un pueblo de fumadores. Cuando Alemania abandonó la moda de la pipa, se convirtió en una nación belicosa. El té es la causa no sólo de la hipocresía británica, sino también de que sus mujeres sean palidas, enfermizas, habladoras, aburridas y sermoneadoras.
Estamos pues ante una obrita deliciosa, que no tiene un gramo de grasa. Es el fruto del novelista por excelencia -Balzac escribía hasta quince horas de una sentada- cuya prosa, en sus mejores momentos, era tan luminosa y vivificante como el sol de octubre en Buenos Aires. Trata sobre las consecuencias que el alcohol, el azúcar, el té, el café y el tabaco tienen sobre el individuo y sobre la Patria. Una generación no tiene derecho a degradar a la siguiente.
Copio un párrafo sublime para que se constate la excelencia del estilo y el sabroso planteo naturalista. Como se recuerda, Balzac se propuso hacer con la gente lo mismo que los biólogos hacen con los animales: estudiar el medio en que viven, clasificarlos en especies y mostrar en que se diferencia una especie de otra:
“Conozco un experimento secreto que haré publico aquí en beneficio de la ciencia y del país. Una mujer muy amable, que quería a su marido lo más lejos posible de ella -caso extremadamente raro y digno de ser mencionado- no sabía cómo alejarlo en el marco del código. El marido en cuestión era un ex marino que fumaba como un piróscafo. Ella observó los movimientos del amor y comprobó que aquellos días en que, por una circunstancia cualquiera, su marido consumía menos cigarros, se mostraba, como dicen los puritanos, más “urgido”. Prosiguió con sus observaciones y descubrió una correlación positiva entre los silencios del amor y el consumo del tabaco. Cincuenta cigarros o cigarrillos (llegaba a ese extremo) fumados, le valían una tranquilidad tanto más codiciada cuanto que el marino pertenecía a la extinta raza de los caballeros del Antiguo Régimen. Entusiasmada con su descubrimiento, le permitió mascar tabaco, hábito que él había sacrificado a pedido de su mujer. Al cabo de tres años de mascar tabaco, fumar pipa, cigarros y cigarrillos, ella se convirtió en una de las mujeres más dichosas del reino. Tenía el marido sin el matrimonio (mascar tabaco acaba con nuestros hombres, me decía un capitán de barco reconocido por su genio de observación”.
Libros del Zorzal se ha especializado en quitarle a las gemas del siglo XIX el polvo del olvido. ¡Tres hurras por la audacia! De La comedia humana han entresacardo unas líneas magníficas que colmaron de felicidad una tarde que pintaba como cualquier otra.
Guillermo Belcore
Calificación: Excelente
GUILLERMO:
ResponderEliminarExcelente su comentario.
LAS COSAS QUE ESTAN EN SU BLOG....no sólo quedan en él.
Me permito decir que una mujer que haga cualquier cosa con tabaco....es realmente horrible.
De hecho...si alguien fuma, YO NO ESTOY.
UN CARIÑO GRANDE.
Alejandro
(desde chile)